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San Pedro de Trevi, eremita

San Pedro es una figura de santo que pertenece a aquella hilera de eremitas itinerantes que caracterizaron la religiosidad de los siglos XI-XII, es decir, que vivían solitarios o en pequeños grupos y permanecían en un lugar hasta alejarse a otro, después de haber predicado y convertido con la palabra y con el ejemplo de la austeridad de sus vidas, viviendo de la caridad.

Pedro nació en Rocca di Botte, cerca de Carsoli, en los Abruzzos, vivió en aquel país hasta su juventud, en la que huyó de un matrimonio concertado por sus padres; se alejó hasta Tívoli, permaneciendo por dos años en la escuela de un cierto Cleto. Cuando su maestro vio que había alcanzado una adecuada preparación, lo presentó al obispo de Tívoli, Gregorio, el cual le confirió la tinsura (signo de la pertenencia al estado clerical, aunque no necesariamente sacerdote), una cruz de hierro y el encargo de ir a predicar la religión entre los habitantes de los varios pueblos de la diócesis.

Retornó a Rocca di Botte, y en los siguientes dos años predicó incesantemente allí y en los lugares vecinos, como Carsoli, Vallinfreda, Tufo, Cerfara, Poggio Cinolfo, etc. Después tuvo una visión en la que se le aparecían Jesús y su Madre, y lo solicitaban para llevar a otros su palabra. Trasladó su apostolado a Subiaco, y aquí vivió cinco meses huésped de la iglesia de San Abundio, hoy concatedral del lugar. De Subiaco, remontando el curso del río Aniene, se llegó hasta la antigua diócesis de Trevi, suprimida en el 1059-61, donde vivió en una choza hecha bajo una escalera de piedra, y desde allí continuó su obra de apostolado itinerante, muriendo el 30 de agosto de un año que tradicionalmente se fija en el 1052.

En el 1215 fue proclamado santo por el obispo de Anagni con la autoridad del papa Inocencio III. El centro del culto al santo está en Trevi, donde el cuerpo se conserva en la Colegiata, y de cuya ciudad es protector; sus reliquias se esparcieron por todos los pueblos donde mayormente se movió, comenzando por Rocca di Botte. Numerosas manifestaciones religiosas se realizan en su honor a partir de la vigilia de su fiesta, el 30 de agosto.

Traducido para ETF, con escasos cambios, de un artículo de Antonio Borrelli.