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Santos Jacinto María Castañeda y Vicente Lê Quang Liêm, presbíteros y mártires

Jacinto nace en Xàtiva el 13 de enero de 1743 y es bautizado el mismo día en la Colegiata con los nombres de Félix, Tomás, Joaquín, Tadeo. Fueron sus padres José Castañeda, escribano real y público y su madre Josefa María Puchasóns. Los dos eran fervientes cristianos y de gran piedad. En 1756, con 14 años, viste el hábito dominicano. Entra a formar parte de la comunidad de Xàtiva. El nombre que adopta será el de Jacinto, en recuerdo de San Jacinto de Polonia, dominico del cual era ferviente devoto.

La orden dominicana tenía en Orihuela un Colegio Imperial que era a la vez Universidad para la formación de sus aspirantes. Los superiores de Xàtiva deciden que Jacinto acuda a esta Universidad y pueda ampliar sus estudios y conocimientos en filosofía y teología. Dentro del ambiente del curso, en mayo de 1761 llega una carta del padre Francisco Serrano, Procurador general en las Cortes de Madrid y Roma por parte de la Provincia del Rosario de Filipinas. En esa carta se solicitan jóvenes valientes, con vocación misionera, dispuestos a entregar sus vidas por el Evangelio en tierras lejanas. Enseguida dos jóvenes y un sacerdote también joven estampan su firma y dan un paso adelante en su aspiración misionera: Fray Jacinto Castañeda, Fray Domingo Caro y el Padre José Ruiz.

En la isla de Cebú, el 2 de junio de 1765 recibe la ordenación sacerdotal y el 7 celebra su primera misa solemne en la iglesia de los Padres Agustinos de Cebú.

Al oscurecer del día 17 de julio de 1769 llaman al P. Jacinto para que administre los Sacramentos en Lo-Ka a un cristiano que se encuentra muy enfermo. El misionero no duda en embarcarse rumbo a la ciudad del enfermo. Toda la noche navegaron y al llegar a tierra se encontraron un grupo de hombres armados hasta los dientes que les esperaban; les había denunciado un cristiano renegado llamado José Ga.

Los mandarines prendieron al P. Jacinto y al P. Lavilla que le acompañaba; ellos no ofrecieron ninguna resistencia y fueron llevados a la cárcel. El mismo Jacinto lo cuenta con claridad y sencillez poniendo mucha vida a todo lo que les ha ocurrido:

«El día 18 de julio del año 1769, yendo a administrar a un enfermo, fui preso por un apóstata y otros infieles, quienes dando aviso a los mandarines civil y militar de la villa de Fogan, vinieron éstos la noche siguiente con gran tropa de satélites y echándome cadena al cuello y esposas en las manos, me llevaron así preso a la cárcel de Fogan. Venía en aquella ocasión conmigo el P. Lavilla y así le ocurrió la misma ventura. Fuimos catorce veces presentados a varios Tribunales y fueron diez los mandarines que entendieron nuestra causa. Todas sus preguntas se reducían a ¿ cómo os llamáis? ¿ qué edad tenéis? ¿ a qué habéis venido a este reino? ¿ en qué casa habéis estado? Y otras cosas impertinentes. Dimos con un virrey y mandarines muy benignos y mansos. Nunca blasfemaron la ley de Dios delante de nosotros, aunque si delante de los cristianos que prendieron. De éstos, por miedo, muchos pisaron la santa Cruz y dijeron con la boca que no serían mas cristianos.

Con esta sentencia, salimos de la cárcel el día 3 de octubre del mismo año y a principios de diciembre llegamos a Macao. Y así ocurrió todo. El Señor ayudó mucho. Sea bendita su divina Majestad por todo.»

Una nueva aventura evangélica emprende nuestro joven sacerdote ya curtido por el sufrimiento y la experiencia de persecución y de cárcel. El 9 de febrero de 1770, Jacinto y Lavilla embarcan rumbo a Vietnam; llegan el 22 del mismo mes.

Han pasado tres años de misión y ahora el P. Castañeda está enfermo y a pesar de ello no cesa de trabajar y de moverse por todas parte. El 11 de julio de 1773 le llega un aviso para administrar los sacramentos a un enfermo; ha de ir a Ke-hoy. Los catequistas que ven el estado del joven misionero pretenden impedir que vaya, no está en condiciones de ir. Sin embargo el Padre Jacinto se levanta de la cama, se tapa con una manta, coge los santos óleos y sale a toda prisa; cuatro catequistas del grupo le acompañan. Puede llegar a la aldea, consuela al enfermo y al día siguiente vuelve en barca. Pero se dan cuenta que son seguidos. Fray Jacinto arroja a las aguas los santos óleos, y empuja a los catequistas para que huyan y no se dejen atrapar. Dos catequistas no quieren dejar solo al padre. Han llegado a la orilla y hay que correr; el Padre Jacinto cae en tierra varias veces, no puede con su alma, la fiebre le devora. El joven catequista Luis se lo carga sobre la espalda. Llegan a una aldea y piden esconder al misionero en una casa. Una vez a salvo Luis busca otro lugar más seguro y es atrapado por los perseguidores que inmediatamente preguntas por el Maestro. “ Si no hablas te cortamos la cabeza “. El dueño de la casa sale y les dice: “ El Maestro está escondido en mi casa “. El Padre castañeda es apresado. Luis ruega que le dejen con el Padre, la negativa va acompañada por la amenaza: “ Si lo sigues, te mataremos “.

El 4 de noviembre, el tribunal pronunció la sentencia para los padres dominicos enjaulados: “ Nosotros, por lo tanto, obedeciendo las órdenes del Rey leyendo el folio de cargos y encontramos que han sido traídos dos hombres, el uno de ellos Jacinto, europeo del reino de España, que se llama Padre Jacinto Castañeda y el otro Vicente que se dice Padre Liem. Ambos de manera clara y evidente son maestros de la Ley; también fueron aprehendidas imágenes pintadas y los libros de la Religión. Nosotros leemos el Edicto en el cual se ordena: Que quien sea Maestro, atendiendo a su oficio y ministerio han de ser juzgados y condenados a morir decapitados “.

Un cristiano, como puede, se acerca a dar la noticia al P. Castañeda y el mismo catequista cuenta lo oye de labios del misionero:
«El Señor me concede hoy una gran alegría»

Son mucho menos los datos que pueden conseguirse con facilidad de Vicente Lê Quang Liêm o Vicente de la Paz. Nació en 1732 cerca de Hanoi, en Vietnam, y es el primer dominico mártir nacido en el propio lugar. Fue ordenado sacerdote en 1759 y formaba parte de la misión vietnamita junto al P. Jacinto Castañeda, con quien padeció el martirio.

La hagiografía de san Jacinto Castañeda fue extractada de la larga conferencia pronunciaada por el Sr. Abad de Xátiva, don Arturo Climent, en la Parroquia de la Natividad de Nª Señora, de La Font de la Figuera (Valencia) en el contexto de los actos de homenaje por la canonización. Se puede ver mucho material sobre el santo (incluyendo esta conferencia completa) en el Especial San Jacinto Castañeda de la Seu de Xátiva.