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Santa Ita, virgen y fundadora

Entre las santas de Irlanda, santa Ita (llamada también Ida y Mida) ocupa el primer puesto, junto con santa Brígida. Aunque su biografía está llena de mitos y milagros extravagantes, no hay razón para dudar de la existencia histórica de la santa. Se cuenta que era de familia real, que nació en uno de los baronados de Decies, cerca de Drum, Waterford, y que su primer nombre era Deirdre. Cuando se presentó un noble pretendiente, Ita logró, con la ayuda de los ángeles y después de haber ayunado y orado durante tres días que su padre le permitiese llevar vida de virginidad. Para realizar su propósito, Ita emigró a Hy Conaill, en la región occidental del actual condado de Limerick. En Killeedy reunió una comunidad de doncellas, y allí murió, probablemente el año 570, después de largos años de servicio de Dios y del prójimo. Se cuenta que Ita pasaba al principio tres o cuatro días sin comer, pero que un ángel se le apareció y le aconsejó que mirase más por su salud. Como ella pusiese algunas objeciones, el ángel le dijo que Dios se encargaría de proveer a sus necesidades en el futuro. De ahí en adelante, Ita vivió alimentada por el cielo. Una piadosa doncella que venía de una larga peregrinación le preguntó un día: «¿Por qué te ama tanto Dios? Te alimenta milagrosamente, te bendice con el don de curar todas las enfermedades y de ver el pasado y el futuro; los ángeles conversan contigo y tu pensamiento está siempre en los divinos misterios». Ita le dio a entender que la práctica de la continua meditación, a la que se había entregado desde la infancia, era la fuente de todo el resto. Los hombres más santos de Irlanda buscaban el consejo de Ita.

Según parece, Ita dirigía una escuela de niños, y el obispo san Erc le confió el cuidado de uno, llamado Brendano, que estaba destinado a ser famoso como abad y misionero. Ita se ocupó de él durante cinco años. Un día, el niño le preguntó cuáles eran las tres cosas que Dios más amaba. La santa respondió: «La confianza de un corazón puro, la sencillez del espíritu religioso, y la generosidad inspirada por la caridad; éstas son las tres cosas en que Dios se complace más». «¿Y cuáles son las tres cosas que más aborrece?» -insistió el niño-. A lo que la santa respondió: «El rostro de los que se burlan de sus hermanos, la obstinación en el pecado, y la confianza exagerada en el poder del dinero; éstas son las tres cosas que Dios más aborrece».

Muchos de los milagros atribuidos a la santa, son de lo más extravagante. Por ejemplo, la historia del hábil artesano que había estado al servicio de Ita y a quien ésta había dado a su hermana en matrimonio, prometiéndole que tendría un hijo santo. El artesano salió a combatir a un grupo de bandidos y fue decapitado en la batalla. Su cuerpo fue recuperado, pero los bandidos se habían llevado la cabeza. Entonces Ita, cuya promesa no se había cumplido aún, se puso en oración, y la cabeza de su cuñado vino volando a unirse con el cuerpo. Una hora después, Ita, su hermana y su cuñado volvieron andando al convento. El hijo del artesano fue san Mochoemog, abad de Liath-mor o Leagh, en Tipperary. Santa Ita se encargó de su educación y le puso ese nombre, que significa «mi hermoso pequeño,» latinizado en «Pulcherius.» La fiesta de santa Ita se celebra en toda Irlanda.

C. Plummer, en Vitae Sanctorum Hiberniae, vol. II, pp. 116-130, publicó una edición crítica de la vida de santa Ita. Ver también Acta Sanctorum, 15 de enero; J. Colgan, Acta Sanctorum Hiberniae; Lives of Irish Saints, vol. I, p. 200; J. Ryan, Irish Monasticism (1931), pp. 138-140; y J. Begley Diocese of Limerick, Ancient and Modern (1906), c. IV.