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Santa Amalberga, virgen

Amelberga era originaria de las Ardenas. Según una leyenda, el encanto y la belleza de la joven atrajeron sobre ella las miradas del rey Pipino, quien decidió casarla con su hijo Carlos (el futuro Carlomagno). Amelia se negó a ello, a consecuencia de lo cual fue vilmente perseguida sin tregua por el hijo de Pipino, incluso el joven quebró un día el brazo de Amelberga, al sacarla a rastras de la iglesia en la que se había refugiado.

Inútil aclarar que el autor de esta leyenda tenía una idea muy pobre de la dignidad y decencia del futuro Emperador. En realidad, Amelia fue una religiosa de Munsterbilzen, en Bélgica, y recibió el hábito de manos de san Wilibrordo. Sus reliquias fueron trasladadas a la iglesia abacial de San Pedro, en Gante, en 1073.

La biografía latina (Acta Sanctorum, julio, vol. III), es una pura novela. Pero existía antiguamente una biografía, escrita por Radbodo en el siglo X, que no carecía de valor; véase Analecta Bollandiana, vol. XXXI (1912), pp. 401-409.