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San Segismundo Félix Felinski, obispo y fundador

Nació el 1 de noviembre de 1822 en la ciudad de Wojutyn en la región de Volinia (Ucrania) fue arzobispo de Varsovia por 16 meses, pasó 20 años en el exilio en Siberia y 12 años de semi-exilio como arzobispo de Tarso y pastor, y también fue fundador de la Orden de las Hermanas Franciscanas de la Familia de María. Pasó 58 de sus 73 años viviendo en territorios que entonces pertenecían al Imperio Ruso.

Segismundo Félix fue educado en la fe y la confianza en la divina Providencia, en el amor de Dios y el respeto de la cultura polaca. En 1838, su madre fue detenida y enviada al exilio en Siberia por su participación en actividades patrióticas, que consistían en tratar de mejorar las precarias condiciones sociales y económicas de los agricultores.

Tras completar su educación secundaria, Segismundo Estudió en la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Moscú y en 1847 fue a París para estudiar literatura francesa en la Sorbona y en el Colegio de Francia, donde se reunió con representantes de las grandes corrientes artísticas, culturales y políticos de los polacos que vivían en la diáspora.

En 1851 regresó a Polonia y entró en el seminario de Zytomierz. Posteriormente estudió en la Academia Católica de San Petersburgo, y el 8 de septiembre de 1855 recibió la ordenación sacerdotal y fue designado para la parroquia de los PP Dominicos de Santa Catalina de Siena, en la misma ciudad de San Petersburgo, donde permaneció hasta 1857, cuando fue nombrado director espiritual de la Academia Eclesiástica y profesor de Filosofía. En años anteriores, el padre Segismundo había fundado una organización caritativa conocida como "ayuda a los pobres".

Fue nombrado arzobispo de Varsovia en 1862 por SS Pío IX, y recibió la ordenación episcopal a fin de enero de ese mismo año y consagrando la nueva catedral en Varsovia al febrero siguiente. Entonces, entregándose totalmente al servicio de la Iglesia, se dedicó a intentar eliminar la interferencia del gobierno en asuntos de la iglesia, a la reforma de la arquidiócesis y de los programas de estudio en la Academia Eclesiástica en Varsovia y en los seminarios diocesanos, dando un nuevo impulso al desarrollo espiritual e intelectual del clero. Además, durante la ocupación rusa, trató de liberar a los sacerdotes encarcelados, y se dedicó a la educación de una generación de jóvenes honestos y devotos, sin olvidar a los pobres y los huérfanos, a quienes dedicó una institución, confiada luego a las Hermanas Franciscanas de la Familia de María.

Después de la sangrienta represión rusa del llamado "Levantamiento de enero", en 1863, D. Segismundo Félix escribió al emperador Alejandro II, instándolo a poner fin a la violencia, lo que llevó a las autoridades rusas a desterrarlo. Durante los 20 años que pasó en Siberia, se mantuvo fiel a la Iglesia, escribió varios libros de memorias, y organizó obras de caridad en beneficio de sus compañeros de destino, especialmente los sacerdotes, suscitando en todos gran admiración y respeto.

Hoy es venerado como un protector de los exiliados, apóstol de la armonía y la unidad nacional en el espíritu del Evangelio, y modelo de consagración sacerdotal. De hecho, ejerció su ministerio sacerdotal y episcopal como pastor irreprochable, bueno, dotado de gran fuerza, amor y coraje. Cuando hablaba de sí mismo le gustaba decir: «Estoy convencido de que si conservo mi corazón puro y vivo en la fe y el amor fraternal hacia el prójimo, no me desviaré de la dirección correcta. Estos son mis tesoros únicos e invalorables.»

D. Segismundo murió en Cracovia el 17 de septiembre de 1895.