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San Maglorio de Dol, eremita y obispo

Su vida terrena se cuenta en una obra maestra de la antigua literatura bretona, la «Vita Marglorii», escrita por un monje de la abadía de Lehon Dinan (Côtes-du-Nord), fundada por el rey bretón Nominoè, y que custodiaba, en el siglo IX, las reliquias del santo. El autor, un monje desconocido, revela en esta 'Vita' toda su gran capacidad de escritor y su profunda cultura: amaba la naturaleza, conocía el griego, le eran familiares Horacio y Ovidio, tanto como San Jerónimo, y sus libros preferidos eran La Biblia y Virgilio.

El obispo san Maglorio nació en el 535 en la diócesis de Vannes, en tiempos del papa san Agapito, bajo el imperio de Justiniano I, cuando en la Bretaña Armórica reinaba Noël II. Según la 'Vita', Maglorio era primo de san Sansón y de san Macuto, y creció, conforme a las costumbres de la época, en la escuela de san Iltudo, en su monasterio de Llantwit en Gales, junto con Sansón; después de un tiempo con su familia, siguió a su primo al monasterio de san Peirio, en una isla frente a Llantwit.

Cuando después de la muerte de san Peirio le sucedió Sansón como abad, éste ordenó diácono a su primo Maglorio, que lo acompañó cuando se adentró en la armórica bretona, predicando a lo largo de la región costera; cuando Sansón estableció algunos monasterios para sus discípulos, Maglorio pasó a ser abad de uno de ellos, vecino a Dol; luego fue presbíterio y finalmente obispo. Cercano a los 70 años sucedió a Sansón, obispo-abad como él, de una diócesis mal definida. Anciano y deseoso de vivir en soledad, Maglorio confió la diócesis al monje Budoco y se retiró a la isla de Serk, isla normanda, hoy inglesa. Pero incluso aquí Maglorio no encontró la soledad que buscaba, porque en torno a él se establecieron otros discípulos, de lo que resultó que fundó en la isla un monasterio con 62 monjes.

Sin embargo Maglorio vivió una vida de penitente, ayuno absoluto los miércoles y viernes, la comida reducida al mínimo los otros días, y sólo algunos pececillos en las grandes solemnidades para complacer a sus discípulos. Maglorio murió después de la gran carestía del 586, de la cual incluso la comunidad monástica de Serk sufrió las consecuencias, y los monjes se dispersaron de dos en dos por Irlanda y Gales. Sin embargo la datación de la muerte es incierta; el Martirologio la coloca en el 605, un par de decenios después del inicio de la carestía, así como considera que Maglorio desarrolló su obispado de Dol antes de retirarse a Serk. Esta falta de certezas se encuadran en el contexto histórico de los llamados «obispos celtas itinerantes» que entre los siglos V y VII caracterizaron la evangelización de las dos regiones costeras del Canal de la Mancha, que era atravesado continuamente por misioneros, en un cambio frecuente de métodos y hombres, que llevaban el Evangelio y fundaban iglesias y monasterios, ya fuera en la Bretaña (Francia), en Gales (Gran Bretaña), o en Irlanda; las islas normandas del Canal de la Mancha fueron lugar privilegiado de tal evangelización, y frecuente sede de eremitorios.

Traducido y resumido para ETF de un artículo firmado por Antonio Borrelli en Santi e Beati. Debe notarse que por más que la «Vita Maglorii» pueda ser admirable desde el punto de vista cultural y estilístico, está escrita varios siglos después de muerto el santo, y parece no tener demasiadas peocupaciones por la cronología ni por la coherencia de los hechos narrados. La Vita Maglorii y los comentarios d elos bolandistas pueden leerse en Acta Sanctorum, oct., X.