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San Hilario, papa

A propósito de san Flaviano de Constantinopla, hicimos mención del conciliábulo que se llevó a cabo en Éfeso, el año 449, en el que los obispos rebeldes apoyaron al hereje Eutiques y maltrataron a los obispos ortodoxos, a resultas de lo cual murió san Flaviano. Los legados del Papa San León I se vieron reducidos a la impotencia y apenas si lograron escapar con vida, después de haber protestado. Uno de esos legados era Hilario, que había nacido en Cerdeña. Todavía se conserva la carta que escribió a la emperatriz Pulqueria, excusándose de no haber podido entregarle personalmente la carta del Papa, después del conciliábulo, pues las violentas intrigas de Dióscoro le obligaron a huir de Constantinopla y a duras penas consiguió llegar con vida a Roma. Para agradecer a Dios el haberle salvado en esa ocasión, san Hilario construyó más tarde la capilla de San Juan Apóstol, en el bautisterio de San Juan de Letrán. Todavía puede verse, sobre la puerta, la inscripción que mandó poner: «Liberatori suo beato Iohanni evangelistae, Hilarius episcopus famulus Christi» («Hilario, obispo y siervo de Cristo, a su liberador, san Juan Evangelista»).

A la muerte de León Magno, en 461, el diácono Hilario fue elegido Papa y se mostró digno sucesor del Santo Pontífice. No sabemos prácticamente nada de su vida particular. Su principal obra parece haber sido la revigorización de la disciplina eclesiástica y de la administración en la Galia y en España, mediante el mantenimiento de los derechos de los obispos y el castigo a los que abusaban de ellos. En una ocasión, reprendió públicamente al emperador Antemio, en San Pedro, por haber favorecido a unos maestros de doctrina dudosa. San Hilario murió el 28 de febrero del año 468 y fue sepultado en la iglesia de San Lorenzo extra muros, en la que había mandado construir una biblioteca y dos baños públicos.

Ver la nota del Líber Pontificalis (Duchesne, vol. I, pp. 242-248) y las cartas publicadas por Thiel y Jaffe. Los bolandistas reproducen los principales documentos en Acta Sanctorum, septiembre, vol. III. Ver también Hefele-Leclercq, Conciles, vol. II; Grisar, Geschichte Roms und der Päpste, p. 323 y passim; y DCB., vol. III, pp. 72-74. Los años no bisiestos se celebra su memoria el 28 de febrero.