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San Fulgencio de Écija, obispo

La suya fue una familia de santos hermanos españoles. San Fulgencio, conocido como obispo de Astigi (Écija), en Andalucía, tuvo como hermanos a san Leandro, obispo de Sevilla (+ 600), al gran Isidoro, obispo también de Sevilla (+ 636), doctor de la Iglesia, y a santa Florentina (+610), abadesa benedictina. San Fulgencio nació en Cartagena, en España, hacia la mitad del siglo VI, y tuvo como padres a Severiano y Tortora (si bien parece que esta última fue un aya, ya que no se conoce con certeza el nombre de la madre). Su padre, inmediatamente después de la invasión bizantina de Cartagena huyó, hacia el 554, a Sevilla, llevando consigo a su mujer y a sus hijos Leandro, Fulgencio y Florentina, mientras que Isidoro nació en el exilio sevillano, entre el 560 y el 70. Muertos los dos padres, quedó como cabeza de familia el mayor, Leandro, que cuidó de la formación humana y literaria de Fulgencio y de Isidoro, apoyado este último, puesto que era el más pequeño, por Florentina.

De san Fulgencio no tenemos noticias ciertas sobre su juventud, pero en el 610 era ya obispo de Astigi, hacia sus 50 años, antes de lo cual debió haber sido también él, como Leandro, monje benedictino, y probablemente abad. En el 610, con su firma, suscribe el decreto del rey Gundemaro (610-614), que constituia la provincia de Toledo, recortando su territorio del de Cartagena, bajo dominio bizantino en ese momento.

A diferencia de sus otros dos hermanos, de su episcopado no se sabe demasiado, a pesar de que duró unos 20 años. La última fecha cierta de su vida es el 619, cuando toma parte del concilio provincial de Sevilla, presidido por su hermano Isidoro, donde fueron tratados por primera vez en un concilio español problemas relativos a las circunscrpciones eclesiásticas y a la disciplina sacramental, sobre la base de argumentaciones fundadas en el Derecho Romano. Fulgencio murió en el 632 a más tardar, porque en el 633, año en el que se realizó el IV Concilio de Toledo, siempre bajo la presidencia de su hermano Isidoro, estaba presente Marciano, sucesor de Fulgencio en la sede de Écija.

A pedido suyo su hermano Isidoro redactó una de sus grandes obras, «De origine officiorum sive de ecclesiasticis» (conocido en castellano como «Tratado de los oficios eclesiásticos»). En el Medioevo se le atribuyeron a Fulgencio algunos escritos, pero esto no era sino confusión con san Fulgencio de Ruspe.

Por lo que respecta a sus reliquias, enseguida fueron reunidas con las de su hermana. A causa de las invasiones árabes, en el siglo VIII, los cristianos de Écija las escondieron, y fueron reencontradas hacia 1330 en los montes de Guadalupe (Cáceres), y trasladadas por los fieles a la iglesia de Berzocana, de la diócesis de Plasencia, donde fueron conservadas con gran veneración hasta el 1592, cuando la ciudad de Cartagena pidió al rey Felipe II las reliquias de los dos hermanos. El prior del monasterio de Guadalupe, por órdenes del rey, tomó cuatro grandes huesos y los envió a la iglesia catedral de Cartagena; otros pasaron al monasterio del Escorial, y a las catedrales de Murcia y de Ávila.

Sintetizado y traducido para ETF de un artículo de Antonio Borrelli.