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San Feliciano de Foligno, obispo

EL Martirologio Romano conmemora en este día a san Feliciano, antiguo obispo y patrón de Foligno, a quien el pueblo considera como el primer evangelizador de Umbría. Es difícil determinar hasta qué punto tienen fundamento histórico las dos biografías latinas que han llegado hasta nosotros para informamos que el santo se consagró durante toda su vida al trabajo de evangelización; que era uno de los discípulos predilectos del papa san Eleuterio, quien le había ordenado sacerdote, y que fue más tarde amigo del papa san Víctor I, quien le consagró obispo de Foligno. Si hemos de creer a la más extensa de esas dos biografías, el «pallium» 1 se empleó por primera vez en la consagración episcopal de nuestro santo, ya que el Papa le concedió el privilegio de llevar sobre los hombros «una capa de lana». El texto relaciona con este hecho el origen del poder para consagrar obispos fuera de Roma.

Feliciano fue arrestado en la persecución de Decio, sometido a la tortura en el potro y flagelado repetidas veces, por haberse rehusado a ofrecer sacrificios a los ídolos. En la prisión le asistió una doncella, santa Mesalina, que fue acusada a causa de la devoción que mostraba al mártir. Como se negara a ofrecer sacrificios a los ídolos, la doncella murió en el suplicio. De Roma llegó la orden para que Feliciano fuese llevado a la ciudad a fin de ejecutarle; pero el mártir murió en el camino, a cinco kilómetros de Foligno, debilitado por las torturas y el mal trato que había recibido en la prisión. Tenía entonces noventa y cuatro años de edad, y había sido obispo durante cincuenta y seis años. Contra la veracidad de algunos de estos datos, en especial lo que se refiere a su muerte, debe considerarse que el Martirologio Romano actual no lo considera mártir.

Nota 1: El palio es una banda de lana blanca, adornada de seis cruces de lana negra, que cuelga sobre la espalda y pecho a modo de escapulario. Se fabrica con lana de los corderos bendecidos en Roma el día de santa Inés, y antes de ser entregados a los interesados, son expuestos sobre el sepulcro de san Pedro y bendecidos por el Papa. Confiere al arzobispo o patriarca electos la plenitud del oficio pontifical. Por excepción es concedido el palio a algunos obispos, sea en consideración a sus méritos personales, sea como un privilegio anexo a alguna sede ilustre.
Así resume SS Benedicto XVI el significado del palio: «El palio del que se revisten los arzobispos es símbolo de su comunión jerárquica con el Sucesor de Pedro en el gobierno del pueblo de Dios. Está hecho de lana de oveja para simbolizar a Jesucristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y el buen Pastor que vela por su rebaño. El palio recuerda a los obispos que, como vicarios de Cristo en sus Iglesias particulares, están llamados a ser pastores según el ejemplo de Jesús. Como símbolo de la carga del oficio episcopal, recuerda también a los fieles el deber de sostener con su oración a los pastores de la Iglesia y cooperar con ellos en la difusión del Evangelio y en el crecimiento de la Iglesia de Cristo en santidad, unidad y amor.» (Discurso a los arzobispos metropolitanos que habían recibido el palio, 30 de junio de 2008).

Ver Acta Sanctorum, 24 de enero; Analecta Bollandiana, vol. IX, (1890), pp. 379-392; y san Feliciano, protettore di Foligno (1933), colección de ensayos cortos, con muchas fotografías, publicado por Mons. Fawci-Pulignani.