SE,MÁR

San Expedito, mártir

Por razones sentimentales, me gustaría que san Expedito fuera un santo del santoral admitido por la Iglesia Católica, pero lo cierto es que no lo es; su nombre ha sido retirado del Martirologio ya en la revisión que se hizo del antiguo en época del Concilio Vaticano II, y no ha sido vuelto a inscribir en el Nuevo Martirologio Romano, promulgado en 2001 (como sí ha ocurrido en algunos otros casos). Debe tenerse en cuenta que la duda sobre la realidad histórica del personaje y su martirio no es reciente; mucho se ha escrito acerca de ello en el siglo XIX y el XX.

El culto del santo, especializado en la resolución de casos urgentes, goza de gran vigor en nuestra época, tiene montones de iglesias dedicadas en diversas partes del planeta, y se halla extendido no sólo por Italia, España y sus países de influencia, sino también por Francia, Alemania y USA, donde ha sido informalmente elegido como patrono de los aficionados a los ordenadores, probablemente por la misma razón que todos sus demás patronazgos, por la asociación de su nombre a la idea de velocidad.

Ahora bien, hay muchos otros casos en el santoral donde los testimonios de historicidad son escasísimos y se acepta la nota de extensión del culto como un elemento poderosamente favorable para admitir un nombre entre los santos, ¿por qué en este caso esa gran extensión del culto no permite fundamentar la inscripción en el santoral? Por una razón: esa extensión del culto, aunque amplia, no es, sin embargo, demasiado antigua. No va mucho mas allá de la época moderna. La noción católica de «traditio» («tradición», pero con resonancias teológicas muy propias), aunque no se refiere sólo al pasado, implica siempre una vinculación permanente, ininterrumpida y rastreable con el pasado. Que un santo que se pretende dio su martirio en el siglo IV recién se encuentre mencionado a partir del siglo XV (con mucha suerte, como luego veremos) no es ciertamente un dato favorable para hablar de un culto «ab inmemoriale» (desde tiempos inmemoriales).

¿Pero cuándo aparece san Expedito en el panorama del santoral católico? La primera mención concreta de culto la podemos encontrar en el siglo XVIII en Sicilia, cuando está testimoniado como patrono secundario del pueblo de Acireale, en la provincia de Catania (sin embargo en la actualidad no parece que conserve ese rango). Se conserva también alguna estatua del santo en Alemania, del mismo siglo. Por supuesto, el hecho de que haya un patronazgo y alguna representación devocional en el siglo XVIII indica a su vez que el culto es anterior (digamos que no se llega a patrono de un pueblo de un día para el otro), ¿pero cuánto? En esto ya se carece de testimonios. Hay dos menciones del nombre de Expedito entre los santos de Melitene del día 18 de abril y del 19 de abril en una rama de copias del Martirologio Jeronimiano, del siglo VI. La mención en ese martirologio histórico -uno de los más antiguos y prestigiosos-, es muchas veces el único testimonio para la admisión de un santo; pero ocurre que en este caso en concreto, san Expedito aparece mencionado en un grupo de copias tardías y llenas de errores, y no en las demás copias, por lo que lo más razonable es admitir que la introducción del santo proviene del copista y no de la tradición cúltica.

Por supuesto, la fecha del culto y la representación como soldado proviene de esa tradición textual, que aun tenía eco en la edición de 1922 del Martirologio Romano: «Melitinae, in Armenia, sanctorum Martyrum Hermogenis, Caji, Expediti, Aristonici, Rufi et Galatae, qui omnes una die sunt coronati.», «En Melitene, Armenia, [nacimiento en el cielo de] los santos mártires Hermógenes, Cayo, Expedito, Aristónico, Rufo y Gálata, quienes en un mismo día fueron coronados.» (cfr. la redacción actual de la noticia). Sin embargo, a pesar de que aparecía entre los santos de Melitene en la edición del Vetus Martirologio Romano citada, parece que el papa san Pío X, en 1906, ya había ordenado que se retirase del santoral.

En la «Fortnightly Review», octubre de 1906, p. 705 apareció por primera vez publicada la leyenda que se hizo famosa luego sobre el origen del culto espurio de san Expedito. Según el autor del artículo, unas monjas francesas habrían recibido en 1781 un paquete con unas reliquias de un santo innominado, y como leyeron en el sello de la caja «spedito» (para indicar un envío urgente), lo tomaron, por confusión, como el nombre del santo representado. A pesar de que esta hipótesis se ha hecho popular, e incluso circulan variantes (otros países de destino, otras monjas, una estatua en vez de unas reliquias), parece una hipótesis poco plausible, del momento en que el culto del santo, aunque no antiguo, ya existía para esa fecha, como hemos señalado.

Naturalmente, el patronazgo sobre las causas urgentes se debe a la asociación con el nombre «expedito» (rápido), cosa que ocurre también con otros santos, en los que el nombre o algún rasgo secundario de la leyenda da lugar a un patronazgo; esto es normal, y no implica presunción ni a favor ni en contra de la historicidad de los santos. La devoción popular ha generado (al menos en español, que es donde rima) el verso «san Expedito/te enciendo un cabito», para indicar que el santo es tan veloz que cumple las peticiones en el tiempo que arde sólo un trozo de vela; la práctica es precisamente encenderle pedacitos de vela usados. En las representaciones devocionales (puede verse el detalle en las dos figuras que reproducimos) la cruz exhibe la palabra «Hodie» (en latín «hoy»), posiblemente en alusión a la velocidad con que el santo cumple con sus devotos; aunque otros lo explican como alusión a la necesidad urgente de convertirse, puesto que pisa un cuervo que dice «cras» (en latín, mañana) como en el famoso pasaje de las Confesiones de san Agustín.

A pesar de que el santo tiene altares dedicados en iglesias católicas y muchas páginas devocionales en internet, no se debería fomentar la extensión de su culto. Es verdad que no siempre es posible «frenar» la creatividad de la devoción popular, pero al menos los sitios católicos más serios de internet, y desde luego los templos, no deberían pasar por este tema mirando hacia otro lado, pensando que con no decir claramente que el santo es una creación popular es suficiente. La consecuencia de esa actitud es ahondar la brecha (de por sí ya demasiado extensa) entre un catolicismo acrítico, basado sólo en tradiciones recibidas de no se sabe dónde ni cuándo, que en cuanto se confronta (y en esta época es inevitable que se confronte), con fuentes más críticas, termina generando la sospecha de que hay una pretensión de engañar al pueblo cristiano con cualquier zanahoria devocional que haya a mano. En efecto, si yo fuera ingenuamente a dejar mi cabito de vela a la estatua de san Expedito de algunas iglesias y un buen día me entero de que la propia Iglesia hace más de cien años que no admite este culto, y que lo ha dicho por activa y por pasiva varias veces, ¿por qué no voy a pensar que el mismo sacerdote de esa iglesia me engaña también en otras cosas? En muchos casos, el pretendido respeto a la «piedad popular» (mal entendida) no es sino desidia pastoral.

Fuentes: el artículo dedicado al santo en el Ökumenisches Heiligenlexikon es interesante y está bien planteado, aunque lamentablemente no cita bibliografía; de allí tomé el dato de la decisión de Pío X, que la menciono por lo que valga, del momento en que no pude encontrar el decreto, a pesar de haberlo buscado en los Acta Sanctae Sedis de esos años. Breve aunque, como siempre, muy fundamentado, el artículo del Butler en la edición castellana de 1964, de allí tomé la referencia del origen de la leyenda sobre las monjas francesas. El breve artículo de Joseph-Marie Sauget en Enciclopedia dei Santi, que puede leerse en Santi e beati (el segundo de los dos que dedica el sitio al tema), aporta otros aspectos que aquí no se han mencionado, siempre en la línea de entender el surgimiento de este culto espurio. No hay muchos más sitios serios de donde tomar información crítica y relevante; el panorama de páginas católicas es desolador, incluso alguna da el año y papa bajo el que fue beatificado y canonizado, cuando no existe ninguna canonización formal de ningún santo anterior al siglo X, y ninguna confirmación de culto oficial de ningún mártir de la supuesta época de san Expedito. Las imágenes que reproduzco son: la clásica «estampita», y una imagen de mayor belleza artística en la iglesia franciscana de Friburgo, sin mención de año.