SEIDMÁN,O

San Eustorgio II de Milán, obispo

Casi treinta de los treinta y seis obispos que en los antiguos episcopologios de Milán aparecen catalogados como santos, se incluyen en el Martirologio Romano. De entre estos, dos se llamaron Eustorgio. El segundo de los portadores de ese nombre sucedió a Lorenzo I Litta, en el 512, y gobernó la sede durante cerca de siete años. Algunos escritores dicen que fue de origen griego, lo mismo que Eustorgio I, y que vivió en Roma durante el reinado de los papas Gelasio, Simaco y Hormisdas.

En el curso de su episcopado no parece que hubiera acontecimientos dignos de mención; a él, personalmente se le describe como a un hombre de grandes virtudes, un excelente pastor de su pueblo y un decidido defensor del patrimonio de la Iglesia. Asimismo, se le acredita el embellecimiento y quizá la ampliación del bautisterio que construyó su antecesor. Recibió en su casa, instruyó en la religión, bautizó y ordenó a un joven natural de Panonia, llamado Florian. Más tarde, predicó el Evangelio en Berry y, con el nombre de Lauriano, le veneraban los franceses como a un santo martirizado por los arrianos cerca de Vatan; también los españoles tienen devoción por el mismo san Lauriano, que fue obispo en Sevilla. A san Eustorgio II le sepultaron en la iglesia de San Lorenzo, en Milán, donde aún se conservan sus reliquias.

Se dice que el rey Teodorico el Grande Teodorico, lo elogió como "firme guardián de la disciplina eclesiástica", y que había tal confianza mutua entre ellos que cuando el obispo de Aosta fue acusado falsamente de traición por algunos miembros del clero, Teodorico pidió a Eustorgio que restituyera al obispo inocente y decidiera el justo castigo para los clérigos perjuros: estaba seguro de que Eustorgio actuaría con justicia y misericordia.

En la breve nota dedicada a este Eustorgio II en Acta Sanctorum se citan dos documentos de Cassiodoro donde se muestra este gram respeto del rey por el santo obispo. También contamos con una carta a él dirigida por san Avito de Vienne donde lo alaba por su generosa caridad hacia los prisioneros itálicos de Gondebaldo, rey de los burgundios; pero aparte de unas breves frases del Breviario, eso es todo lo que sabemos sobre este obispo de Milán.

Véase Acta Sanctorum, junio, vol. I, y Savio en Gli antichi Vescovi d'Italia: La Lombardia (1913), pp. 6-10, 108-114, 217-221. Se han incluido algunos aportes de Santi e Beati en el artículo original de Thurston.