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San Bruno de Colonia, obispo

Parecería que el título de «el Grande» debería aplicarse al otro Bruno, que fue el santo fundador de los cartujos. Sin embargo, tal título se aplica tradicionalmente a este poderoso príncipe-obispo, san Bruno de Colonia, quien vivió ochenta años antes que su homónimo y colaboró ardientemente con su hermano, el emperador Otón I el Grande, en la creación de Alemania y del imperio. Bruno era el más joven de los hijos del emperador Enrique y de santa Matilde. Nació el año 925 y, desde sus primeros años, dejó ver que había heredado las buenas disposiciones de sus padres. Cuando tenía apenas cuatro años, fue enviado a la escuela de la catedral de Utrecht, donde adquirió un gran amor por los estudios. Se dice que la obra de Prudencio era entonces su libro de cabecera y, más tarde, ya en la corte imperial, unos bizantinos le enseñaron el griego. Su hermano Otón le convocó a la corte cuando Bruno tenía catorce años. No obstante su juventud, pronto llegó a ocupar puestos de importancia. El año de 940, fue nombrado secretario confidencial del emperador. Poco después, fue ordenado diácono y recibió, como beneficios, las abadías de Lorsch y Corvey. Aunque estaba prohibido recibir múltiples beneficios, en este caso resultó bien, ya que el santo reformó ambas abadías. San Bruno recibió la ordenación sacerdotal a los veinticinco años. Inmediatamente pasó a Italia con su hermano Otón, actuando como su canciller, y empleó su gran influencia para realizar el deseo imperial de la unión entre la Iglesia y el Estado. Pero el santo no había llegado aún a la cima de su brillante carrera; en efecto, el año 953, la sede de Colonia quedó vacante y Otón lo nombró arzobispo de aquella ciudad.

Durante los doce años en los que desempeñó ese cargo, san Bruno jugó un papel muy importante en la política imperial, que estaba íntimamente unida con los asuntos eclesiásticos, sin descuidar jamás sus deberes religiosos y pastorales. Desde luego, su vida era un ejemplo de piedad y de bondad. Por otra parte, san Bruno mantenía a raya las ambiciones del clero y de los nobles mediante frecuentes visitas. Para mantener el nivel espiritual de su arquidiócesis, se valía sobre todo de la difusión de la sana doctrina y del espíritu monástico. Ya antes de ser obispo, había empleado toda su influencia para reformar el imperio y, por cierto que la influencia de un arzobispo hermano del emperador era muy poderosa. Mientras Otón se hallaba en Italia, su yerno, Conrado el Rojo, duque de Lorena, se levantó en armas; el emperador derrotó a Conrado y concedió a san Bruno el ducado de Lorena. Aunque el ducado no iba unido al título de arzobispo, el nombramiento de san Bruno dio origen al poder temporal de los arzobispos de Colonia, quienes se convirtieron en príncipes del Sacro Romano Imperio. La habilidad de san Bruno en el gobierno era tan grande como su bondad. El santo demostró particular aptitud para apaciguar las numerosas disputas políticas entre los habitantes de Lorena y consiguió imponer el orden y la autoridad del imperio en la región. En esa tarea de unificación le ayudó mucho su clero, muy instruido y disciplinado, y tuvo tanto tino en sus numerosas elecciones de prelados que se le apodó «el creador de obispos». El momento culminante de la carrera de san Bruno fue el año 961, cuando el emperador llegó a Roma para ser coronado, ya que durante su ausencia dejó a san Bruno y a su medio hermano Guillermo, arzobispo de Mainz, como corregentes del Imperio y tutores del que luego será Otón II.

San Bruno el Grande murió cuatro años después, el 11 de octubre de 965, cuando sólo tenía cuarenta años de edad. Su culto en la diócesis de Colonia fue confirmado en 1870.

La biografía de San Bruno, escrita por su discípulo Ruotgerio, es una de las biografías medievales más fidedignas y satisfactorias. Puede verse en Acta Sanctorum, vol. V, y en Monumenta Germaniae Historica, Scriptores, nueva serie, ed. Irene Ott (1951); cf. en la antigua edición el vol. IV, pp. 224-274. La biografía a la que nos referimos fue escrita cuatro años después de la muerte de san Bruno.