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San Aquileo «Taumaturgo», obispo

Aquiles o Aquileo nació en Capadocia (provincia romana desde el 18 p.C.) de una familia patricia; creció y se formó bajo el imperio de Constantino el Grande (280-327). Sus padres se preocuparon de darle una formación e instrucción conforme a las más avanzadas doctrinas de los sabios y filósofos paganos de la época, pero siguiendo al mismo tiempo las prácticas de piedad y caridad enseñadas por el cristianismo, que se iba afirmando no obstante las persecuciones.

A la muerte de sus padres, Aquileo distribuyó sus bienes entre los pobres, y se retiró a Palestina, primera etapa de su peregrinaje; rezó en el Santo Sepulcro y después se embarcó para Roma a buscar consuelo en la tumba de los santos apóstoles Pedro y Pablo, y siguiendo su ejemplo partió de allí a evangelizar regiones enteras, llevando la fe cristiana a multitud de paganos.

Durante sus viajes misionales llegó a Larissa, ciudad de Tesalia (región de Grecia); en ese tiempo la sede episcopal estaba vacante, por lo cual clero y pueblo, unánimemente, ofrecieron la Cátedra al ilustre huésped. En la nueva misión Aquileo incrementó su celo, conquistando gran fama en todo el entorno de la región; entre otras cosas permitió la fundación de un hospital y de un albergue para los ancianos.

Se sabe que en el 325 participó en el Concilio de Nicea, y estuvo entre los obispos que combatieron la herejía de Arrio; de vuelta de Nicea estuvo en Constantinopla y fue recibido con honores por el patriarca Mitrófanes, y recibió nueva dignidad del emperador Constantino, que admirado por su eficaz apostolado, le donó copiosos fondos para construir iglesias y hospitales en su diócesis de Larissa. Retornado a su ciudad, Aquileo hizo abatir todos los templos paganos que aun quedaban, y sustituirlos por imponentes edificios cristianos.

Tenía el don de obrar milagros y curaciones, y el poder de expulsar a los demonios; por las numerosas curaciones que obró siempre fue recordado como «Taumaturgo». Después de haber gobernado por muchos años la diócesis con sabiduría y santidad, murió en Larissa hacia la mitad del siglo IV. Sus reliquias permanecieron en la ciudad hasta el 978, cuando Samuel de Bulgaria invadió Grecia, y fueron transportadas a Prespa, en Macedonia, como botín de guerra, y depositadas en la iglesia más importante de la ciudad.

Traducido para ETF, con escasos cambios, de un artículo de Antonio Borrelli.