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Beatos Juan Prassek, Hermann Lange y Eduardo Müller, presbíteros y mártires

El día que fue ordenado sacerdote, se definió como "la persona más feliz". El padre Prassek nació hace 100 años en Hamburgo. Estudió en la universidad de los Jesuitas St. Georgen en Frankfurt. En 1935 entró al seminario mayor de Osnabrück y dos años más tarde recibió el sacramento del orden. Su primera misión fue la de vicario de Wittenburg en Meclenburgo y en 1939 pasó a ser vicario de la comunidad de Herz-Jesu en Lübeck y luego fue nombrado capellán.

Pronto se ganó el cariño de sus fieles: "Prassek atraía hacia él a las personas difíciles y extrañas, desfavorecidas y oprimidas", dice el abogado Ambrosi, postulador de la causa de beatificación de los mártires; "su pastoral lo comprometía hasta el límite de su capacidad física y psíquica". Rápidamente fue conocido por su fama de predicador: "Sus impresionantes homilías dominicales no sólo atraían a numerosos fieles, sino también a los espías de la Gestapo", reconoce el postulador. "Algunos amigos le hablaban sobre las críticas que hacía, le advertían que quizás podrían ser demasiado imprudentes contra la ideología nacional socialista pero Prassek no se dejó influenciar y pensaba que debía decir la verdad".

El padre Prassek, además de sus críticas se dedicó a estudiar polaco para ayudar a los que estaban forzados a ir a Lübeck. En 1941 conoció un joven pastor protestante con quien tuvo gran afinidad y quien le mostró su anhelo de conocer la fe católica. Sin embargo este hombre resultó ser un espía de la Gestapo y la información que consiguió fue clave para que el padre Johhanes fuese arrestado el 18 de mayo de 1942. Así, fue llevado al edificio de Burgkloster (hoy museo que lleva el mismo nombre). Esperó más de un año para ser procesado en condiciones infrahumanas de hambre y frío, que lo afectaron gravemente, pues tenía una enfermedad estomacal. Durante ese tiempo escribió numerosas cartas. "A pesar del duro período de prisión y de la perspectiva de la propia ejecución, Prassek no perdió su conciencia de fe, su cordialidad volcada a consolar a los compañeros de prisión". El día de su ejecución le permitieron escribir una carta de despedida a sus familiares, la cual fue destruida después por las duras palabras contra el régimen nacional-socialista. "La guillotina puso fin a la agonía soportada con valentía y fe", dice el postulador.

"Sacerdote muy erudito e intelectual no sólo en cuestiones teológicas". Nació en 1912 en Frisia oriental. Formó parte de una asociación católica estudiantil denominada Nueva Alemania. Era un fiel seguidor del escritor Romano Guardini, cuya obra lo influenció notablemente. Estudió en 1931 en la facultad de teología en la universidad de Münster. Luego entró al seminario mayor de Osnabrück. Se ordenó sacerdote en 1938. En Junio 1939 comenzó su labor pastoral en la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de Lübeck.

El abogado Ambrosi destaca "sus homilías preparadas en modo absolutamente preciso". "Además el sacerdote era decidido, gentil y de sentimientos nobles, desde el punto de vista humano. Era perfectamente íntegro". Sobresalía por su gran sensibilidad, humanidad y preparación teológica. Era un gran opositor del nacional-socialismo. En ese entonces tuvo un diálogo con un joven soldado que servía a este régimen. Lange le dijo claramente que un cristiano no podía estar con los alemanes en la guerra.

Difundía sin miedo sus escritos en contra del Régimen hasta que en 1942 Lübek sufrió los primeros bombardeos y él sin importar el riesgo que corría su vida, se percató de que sus feligreses estuvieran a salvo. Fue arrestado el 16 de junio de 1942 por la Gestapo. "El segundo senado del tribunal popular lo condenó a muerte junto con otros sacerdotes por disgregación del potencial militar, por apoyo al enemigo con traición a la patria y por delitos radiofónicos", explica Ambrosi, pues en un programa de radio difundían las ideas contra el régimen.

El postulador destacó así la "compostura admirable" que tuvo el padre Lange en prisión. Compartió la celda con el pastor protestante Schwentner, a quien, según varios testigos trató "como a un hermano". Sus cartas testimonian una admirable sumisión a lo que Dios permitiera y una profundidad religiosa: "Cuando recibáis esta carta ya no estaré más en el mundo de los vivos", escribió a sus padres el día de su condena. "Hoy será el gran retorno al Reino del Padre, y luego veré a todos aquellos que estuvieron cerca a mí en la tierra", expresó.

Sobre esta carta el escritor alemán Thomas Mann (1875 - 1955), premio nobel de literatura en 1929, dijo que se trata de: "El testimonio más bello por el don de la fe cristiano-católica".

Del grupo de los cuarto mártires, éste fue quien tuvo una juventud más difícil. Nació en agosto de 1911 en el seno de una familia humilde. Estudió en la escuela católica de Neumünster. Era el menor de siete hijos y su padre abandonó su familia. Fue monaguillo y después carpintero. Desde pequeño mostró su deseo de ser sacerdote. Gracias al apoyo de unos bienhechores de la parroquia pudo concluir sus estudios secundarios y luego estudió teología católica en Münster. En 1940 fue ordenado sacerdote en Osnabrück. Trabajó en la parroquia del Sagrado Corazón de Lübeck.

"Su modo de ser calmado, gentil y no autoritario fue muy estimado por los testigos de aquella época", dice el abogado Ambrosi. "Particularmente célebre se convirtió su capacidad de identificación con la vida de los trabajadores, artesanos, de hecho no era difícil para él identificarse porque provenía de este ambiente al cual estuvo siempre unido". De los cuatro mártires en Lübek era el menos político. Aún así fue arrestado en julio de 1942. Después de ser condenado a muerte escribió: "Tengo la esperanza de que no seré nunca defraudado, más bien, con toda franqueza como siempre, también ahora Cristo será glorificado con mi amor, tanto en la vida como en la muerte".

Estos tres mártires fueron asesinados con un intervalo de sólo tres minutos. Supieron derramar su sangre dando sus vidas como sacrificio supremo del amor de Cristo.

Tomado, con escasos cambios, del artículo de Carmen Elena Villa para Zenit, con motivo de la beatificación. El cuarto mártir al que hace referencia el escrito no lo es en el martirologio católico, ya que se trata del pastor protestante Karl Friedrich Stellbrink, compañero de pasión de los tres beatos. En la imagen, placa conmemorativa de los mártires en la prisión de Lübeck.