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Beato Rolando de Médicis, eremita

Rolando u Orlando nació hacia el 1330 en el seno de la familia Médicis de Milán. A los 30 años y llevado del deseo de buscar la perfección cristiana, se retiró a los bosques entre Tabiano y Salsomaggiore, donde durante veintiséis años observó perpetuo silencio sin permitirse hablar con nadie, ni siquiera para lo necesario. Primero vistió un hábito negro y cuando éste se le cayó convertido en harapos se hizo un vestido con piel de cabra que conservó hasta su muerte. Dormía al cielo raso y comía frutos y hierbas crudas.

Tenido por loco por algunos, a veces recibió malos tratos físicos. Dedicado a una continua contemplación, se pasaba las horas en la más extática oración. Caído al suelo como muerto a causa de la debilidad, fue encontrado por los criados de una señora que acudió a socorrerlo; negó él con la cabeza se le asistiera, pero, llevado a la iglesia junto al castillo, lo visitó el padre carmelita Domenico de Dominicis, y entonces él rompió su silencio, le contó su propia historia y recibió de sus manos los sacramentos. Murió veinte días más tarde, el 15 de septiembre de 1386. Fue sepultado en Busseto, en la iglesia de la Santísima Trinidad, junto a la parroquia de San Bartolomé. Su culto comenzó enseguida tras su muerte, y luego de un largo proceso de canonización iniciado en 1563, fue confirmado en 1853.