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Beato José Raimundo Pascual Ferrer Botella, presbítero y mártir

José Ramón (o Raimundo) Pascual nació en Algemesí, provincia de Valencia, el 9 de noviembre de 1894, en el seno de una familia cristiana, que se trasladó a la ciudad de Valencia cuando Pascual tenía 8 años. El niño entró como alumno en las Escuelas Pías, y más tarde pasó al colegio de vocaciones eclesiásticas. Hechos los estudios, se ordenó sacerdote en 1913. Tras estar cinco meses de vicario en La Sarga (Alicante) pasó a Algemesí como capellán de la Iglesia de San Vicente Ferrer y agregado a la parroquia. Este templo era el de un antiguo convento de dominicos y se hallaba en situación lamentable. Su primera tarea fue adecentarlo, llenarlo de altares, restaurar la fachada, construir su sacristía, adquirir campanas y proveer de objetos litúrgicos y ornamentos al depauperado templo, al que seguidamente hizo centro de un culto muy cuidado, que atrajo a muchos fieles, con los que fundó diferentes asociaciones, todas ellas llenas de vitalidad religiosa.

Tenía una escuela nocturna en el Patronato, en el que él mismo daba clases, y se ocupó mucho del apostolado con los jóvenes. Promovía con gran celo la comunión pascual. Promovía también las obras de caridad, como la de dar pan cada día a los ancianos pobres, costearles el alquiler de las casas y adquirir ropa para ellos. Hacía también labor social y apostólica con los ex presidiarios, y se ocupaba mucho de los jóvenes pobres. Atrajo al matrimonio a numerosas parejas amancebadas y en todo procuraba atraer a todo el mundo a la fe y la vida cristiana.

Llegada la revolución, fue arrestado la noche del 9 de agosto de 1936, y llevado al Monasterio de Fons Salutis, convertido en prisión. Aquí recibió amenazas y se le hizo trabajar en diversas tareas manuales. Mostró una gran serenidad de alma, invitó a todos los presos a acogerse a la voluntad de Dios y a rezar juntos, y llegaron a asegurarle que el pueblo lo quería pero que recibiría castigo por ser sacerdote. Informado de que todos iban a ser fusilados en la noche del 23 al 24 de septiembre, invitó a confesar a todos los presos y les infundió ánimos ante la muerte. Al subir aquella noche al coche, perdonó a todos. En la carretera de Albalat de la Ribera, en el sitio llamado Canets de Sueca, fue fusilado. Cayó herido y mientras se desangraba decía: Señor, abridme las puertas del cielo. Y también: Perdónalos, Señor, que no saben lo que hacen. Lo remataron dándole el tiro de gracia. Enterrado primero en una fosa común, su cuerpo fue luego trasladado a la iglesia de San Vicente Ferrer. Fue beatificado el 11 de marzo de 2001 por el papa Juan Pablo II.