BJÁNFÉA

Beato Jordán Forzaté, abad

En el seno de la noble familia Forzaté Transelgardi nace Jordán, en Padua, el año 1158. Su ida al monasterio de San Benito en las afueras de la ciudad no fue movida por la vocación religiosa sino porque, huyendo del pavoroso incendio que destruyó más de media ciudad, se refugió en él. Pero una vez allí, el joven, que tenía en ese momento 15 años, encontró sumamente atractiva la vida religiosa. Profesó en el monasterio y en él siguió como monje muchos años, hasta que sus buenas cualidades le trajeron el ser nombrado prior del mismo.

Como tal reconstruyó el monasterio haciendo un doble edificio, uno para monjes y otro para monjas, divididos entre sí por un alto muro. Otros monasterios similares se harían por toda la diócesis paduana. No tuvo inconveniente en participar en la vida ciudadana como incansable fomentador de la paz, y por ello aceptó el ser consejero del municipio, alcanzando un gran prestigio y respeto social. Procuró evitar la caída de Padua en manos de Ezzelino Romano, y cuando el 25 de febrero de 1237 la ciudad fue efectivamente ocupada por el tirano, Jordán dejó la ciudad y se retiró al castillo paterno de Montemerlo.

Su prestigio dentro de la Iglesia fue también grande y los papas Inocencio III y Gregorio IX le confiaron delicadas misiones. Tras la muerte en Padua de san Antonio, Jordán intervino activamente en su proceso de canonización. Apresado y conducido ante Ezzelino, éste lo acusó de procurar su caída y lo mandó a prisión al castillo de san Zenón, sin que la intervención del obispo y del clero de Padua fuera suficiente para liberarlo. Dos años más tarde, el emperador Federico II quiso verlo y fue encomendado al patriarca de Aquileya, de cuyas manos huyó al monasterio cisterciense La Celestia, de Venecia, donde moriría el 7 de agosto de 1248, sin haber podido volver a Padua. Sus virtudes religiosas y sus insignes dotes están atestiguadas por todos sus contemporáneos. Llevado su cuerpo a Venecia, fue enterrado en la iglesia de San Benito y tenido venerado enseguida como santo. El papa Clemente XIV confirmo el culto el 6 de septiembre de 1769.