BJHGÁL,RYMÁR

Beato Jacinto Hoyuelos González, religioso y mártir

Nació en Matarrepudio (Santander) el 11 de septiembre de 1914 en el seno de una familia humilde y cristiana. Desde pequeño dio señales de ser piadoso y caritativo, y alentado en la vocación religiosa por su párroco, optó por la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Hecho el noviciado, emitió la profesión religiosa el 8 de septiembre de 1935. Unos meses después, al tener que cumplir con sus obligaciones del servicio militar, fue a Ciempozuelos y allí le confiaron la enfermería de San Camilo. Era un joven de buena índole, humilde y dócil, que se sentía realizado asistiendo a los enfermos. Destinado en la clínica psiquiátrica militar, podía hacer la vida de comunidad simultáneamente con los religiosos. El día 7 de agosto los religiosos fueron detenidos, pero el Dr. Sloker, jefe de la dicha clínica militar, lo reclamó alegando que era un soldado a sus órdenes. Eso lo salvó de momento, pero los milicianos no lo olvidaban y continuamente lo zaherían con acusaciones y amenazas. Pero el hermano Jacinto no hacía caso de ellas y continuaba su servicio a los enfermos, retirándose al sótano para hacer sus rezos. En confianza decía que no entendía por qué se perseguía a los hermanos si ellos no hacían daño a nadie.

El día 18 de septiembre por la noche fue sorprendido en la clínica antes de acostarse y obligado a salir a prestar declaración ante el Comité. Fue sacado por la puerta de la despensa, llevado al comité del pueblo y allí interrogado, mezclándose las preguntas políticas con las religiosas. El hermano ante estas preguntas guardó silencio. Lo llevaron entonces directamente al puente de la estación, llamado de San Cosme, y le querían obligar a que blasfemara y a que diera vivas a la República. El hermano se negaba a blasfemar a pesar de los golpes que le daban. Entonces le pusieron una cuerda al cuello, la ataron por el otro extremo al puente y lo arrojaron al vacío, ahorcándolo. Y además le dispararon varios tiros. Vestía un mono azul y alpargatas y tenía las manos atadas a la espalda. Al día siguiente su cuerpo colgando del puente y un gran charco de sangre en el suelo era un horroroso espectáculo. Llamado el juez, mandó llevar el cadáver al depósito, donde el forense reconoció que el cuerpo había sido ahorcado y tenía varias heridas de bala. Dijo que la muerte se produjo por asfixia en suspensión. Se cumplió así el deseo manifestado por él en alguna ocasión de morir mártir.

Fue beatificado el 25 de octubre de 1992 por el papa Juan Pablo II en el grupo de 71 Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios muertos durante los días de la revolución española.