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Beato Honorato de Biala Podlaska, religioso presbítero

Honorato (de seglar, Wenceslao Kozminski) nació en Biala Podlaska (Polonia), el 16 de octubre de 1829. La muerte de su padre le produjo una crisis de fe y se declaró ateo. Sospechoso de participar en un complot contra el régimen ruso invasor, fue encarcelado y en la prisión enfermó de tifus: estas nuevas pruebas le hicieron recuperar la fe. Fue liberado por insuficiencia de pruebas y se hizo capuchino. Recibió la ordenación sacerdotal el 27 de diciembre de 1852. Se dedicó a la predicación y a la dirección de almas, ejerciendo al mismo tiempo varios cargos en su Orden. Su gran actividad estaba sostenida por una intensa vida interior. Se sirvió del confesonario y de la correspondencia para dirigir a personas y orientarlas en su vocación; fundó comunidades religiosas, de las que salieron numerosas congregaciones: todavía hoy existen 17. Fue un precursor de los institutos seculares. Debido a la supresión de los conventos, se iba trasladando de uno a otro, hasta llegar al de Nowe Miasto, en el que vivió los últimos 24 años de su vida, dedicado a la oración y al apostolado epistolar; la sordera le había obligado a dejar el confesonario. Como sus congregaciones habían pasado a la jurisdicción de los obispos, se dedicó a escribir numerosas obras y cartas a sus hijos espirituales. Falleció a la edad de 87 años, el 16 de diciembre de 1916. Lo beatificó Juan Pablo II el 16 de octubre de 1988.

He aquí a aquel a quien el Señor ha dado su gracia (cf. Sal resp.): religioso entregado con magnanimidad y generosidad a su ideal de hermano menor capuchino. Verdadero hijo espiritual de San Francisco. Sacerdote y apóstol. Asiduo ministro del sacramento del perdón y de la reconciliación, su heroico servicio en el confesonario fue una verdadera dirección espiritual. Tuvo un profundo don de saber descubrir y mostrar los caminos de la vocación divina. Era hombre de continua oración, especialmente de la adoración del Santísimo Sacramento; inmerso en Dios y al mismo tiempo abierto a la realidad terrena. Un testigo ocular dijo de él que «caminaba siempre con Dios».

Así pensó y actuó el Beato Honorato, a quien el Señor dio su gracia y a quien impulsaba una fuerza interior. Indicaba el camino hacia la perfección que nacía de la lectura del Evangelio y de la contemplación. Animaba a permanecer en su ambiente y a imitar la vida de Jesús y María en Nazaret, a practicar los consejos evangélicos ocultamente, sin signos externos. Fue un innovador en la vida monástica y fundador de una nueva forma semejante a los actuales institutos seculares. Mediante sus hijas e hijos espirituales trataba de regenerar en la sociedad el espíritu de celo de los primeros cristianos, y llegaba a través de ellos a todos los ambientes. Todavía hoy 17 congregaciones, procedentes del círculo de su espiritualidad, trabajan en 19 países de cuatro continentes. «El que quiera ser grande -dice Cristo-, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos» (Mc 10,43-44).

Fuente: los dos fragmentos, el biográfico inicial y los recortes de la homilía fueron publicados en «L'Osservatore Romano, edición semanal en lengua española», el 16 y el 23 de octubre de 1988, respectivamente; nosotros lo tomamos de franciscanos.org, donde hay más material para leer sobre el beato.