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Beato Buenaventura de Barcelona, religioso

Buenaventura de Barcelona nació en Ruidorms, Tarragona, España, el 24 de noviembre de 1620 de una familia de humilde condición y profundamente religiosa. A causa de la penuria familiar debió abandonar los estudios por el trabajo en el campo y el cuidado del rebaño. A los 18 años su padre quiso que se casara, a pesar de que él había decidido abrazar el estado religioso. Los dos cónyuges, de común acuerdo, vivieron como hermano y hermana. Después de dieciséis meses de matrimonio, murió la mujer y e1 14 de julio de 1640 tomó el hábito de los Hermanos Menores en el convento de retiro de Escornalbou. Un año después emitió la profesión; durante 17 años vivió en Cataluña en diversos conventos, donde ejerció los oficios de cocinero, portero y limosnero.

En 1658 fue a Italia. Visitó los santuarios de Loreto y de Asís, y estando en oración en San Damián, sintió que se le repetía el mandato ya recibido en España, de ir a Roma para emprender una reforma en la Orden Franciscana. En el convento generalicio de Aracoeli pasó los primeros dos meses, luego fue trasladado a otros conventos del Lacio.

La verdadera misión de Fray Buenaventura fue la de fundar conventos de retiro en la Provincia romana. A tal fin escribió personalmente al papa Alejandro VII, por quien fue recibido varias veces en audiencia. En 1662 obtuvo la erección del retiro de Ponticelli, de Montorio Romano, de Vicovaro y de San Buenaventura en el Palatino de Roma. Estos conventos en 1845 fueron erigidos en custodia autónoma. Buenaventura debió vencer grandes dificultades para realizar su sueño. Siendo religioso no clérigo fue varias veces superior de los conventos de Ponticelli, y de San Buenaventura en el Palatino. Para estas casas compiló estatutos que tuvieron aprobación pontificia. Alejandro VII, Clemente IX, Clemente X e Inocencio XI lo honraron con su amistad.

Se distinguió por su extraordinaria caridad para con los pobres, por la humildad y la pobreza más austera. Fue enriquecido por Dios con especiales dones como la intuición de los corazones, la contemplación y el éxtasis. En sus escritos se destaca su espiritualidad de carácter práctico. Realizó muchos prodigios en vida y después de muerto. Murió en Roma el 11 de septiembre de 1684, a los 64 años, y fue beatificado por san Pío X el 10 de junio de 1906.