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Beato Baltasar Ravaschieri de Chiavari, religioso presbítero

Baltasar Ravaschieri, nació en la familia de los condes de Lavagna en Chiavari, rivera de Levante en 1420. Hijo de una devota familia, creció en la inocencia, en la bondad y en la piedad. Ingresó joven entre los Hermanos Menores, estudió, se laureó en teología, fue ordenado sacerdote y se dedicó a la predicación. Era gran amigo del beato Bernardino de Feltre.

Virtuoso y activo, fue primero elegido guardián, luego Ministro provincial en Génova. Fácil habría sido predecir para él una carrera más brillante aún en la Orden o en la Iglesia si la gota no lo hubiera atacado en forma agudísima paralizando casi del todo sus movimientos. Del mal que lo tenía postrado hizo un constante ejercicio de gimnasia espiritual quemando las etapas de su carrera hacia la santidad. En el convento de Binasco cerca de Milán era llevado en brazos a la iglesia, allí permanecía largas horas solitario, orando y meditando. O se hacía llevar a un bosque donde confesaba a los fieles, los aconsejaba, los consolaba. En aquel bosque, lo sorprendió un día una fuerte nevada sin que nadie se acordara de él. El primero que lo encontró tuvo la sorpresa de observar que la nieve no había caído sobre su cuerpo, aquel cuerpo dolorido y paralizado que se había convertido en palestra de perfección para el espíritu.

Todos los días era llevado en brazos por los hermanos para asistir a la Santa Misa, tomar parte en la recitación del oficio divino y sobre todo escuchar por larguísimas horas, a veces casi todo el día, las confesiones de los fieles, atraídos por la fama de su santidad. Baltasar en su inmovilidad intensificó su vida de íntima unión con Dios y ofreció sus sufrimientos físicos y morales al amor misericordioso de Jesús por la conversión de los pecadores, que en gran número supo acercar a Dios. Desde la llanura de Pavía acudían a él los devotos que le llevaban sus enfermos para que obtuviera de Dios su curación, las madres le llevaban sus niños para que los bendijera.

Seis años sufrió con perfecta serenidad de los santos el extenuante martirio de la gota. Pero ya la hermana muerte estaba por llegar para invitarlo al eterno descanso. Consumido por el mal que le había martirizado sus miembros, serenamente expiró el 17 de octubre de 1492, a la edad de 72 años. Fue sepultado en una urna de mármol.