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Beata Stilla, virgen

Stilla nació en Abenberg cerca de Nüremberg hacia fines del siglo XI. Pertenecía a la familia de los condes de Abenberg, que dio a la Iglesia tantos sacerdotes, obispos y hombres de Dios. En 1136, la joven construyó con su propia fortuna una iglesia en una de las colinas próximas a su castillo y la dedicó a San Pedro en 1136. Visitaba diariamente el santuario y ahí hizo voto de virginidad, en presencia de san Otón, obispo de Bamberga. Vivía prácticamente como una religiosa en la casa de su padre, entregada a socorrer a los pobres y enfermos. Tenía la intención de construir un monasterio para retirarse a él en su ancianidad; pero la muerte le sorprendió antes de que pudiese realizar su empresa. Sus hermanos decidieron darle sepultura en Heilsbronn, pero resultó imposible conseguir que los caballos tomasen el camino de dicha ciudad, de suerte que los hermanos de la beata se resignaron finalmente a sepultarla en la iglesia de San Pedro. La tumba de Stilla se convirtió en un sitio de peregrinación. En 1897, el obispo de Eichstätt demostró que el culto de la beata databa cuando menos de 1534. Dicho culto fue oficialmente confirmado en 1926.

En Acta Sanctorum, julio, vol. IV hay una breve biografía en la que se narran algunos de los milagros de la beata. El decreto de confirmación del culto, que contiene un breve resumen biográfico, se halla en Acta Apostolicae Sedis, vol. XIX (1927), pp. 140.142.