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Beata Elena Enselmini, virgen

Elena Enselmini nació hacia 1208 de noble familia paduana. Cuando en 1220 san Francisco de Asís, al regresar del Oriente, se detuvo en Padua y fundó el monasterio de las clarisas de Santa María de Arcella, una de las primeras en entrar fue Elena, de apenas 13 años. Fue el mismo santo quien cortó las trenzas de la niña y recibió su profesión.

Llevaba diez años de vida en el claustro y de altísima perfección en la estricta observancia de la regla, era para sus cohermanas ejemplo de piedad, de penitencia y de laboriosidad, cuando en 1230 fue atacada por una gravísima enfermedad que la tuvo en cama durante 15 meses entre espasmos indecibles y fiebres altísimas. Cuando san Antonio llegó a Padua como ministro provincial, conoció a Elena, la cual, desde aquel momento gozó de la dirección y de los consuelos espirituales del ardiente predicador y superior. Entre las dos almas se formó de inmediato un nudo de santa amistad espiritual formada por intercambios y ayudas mutuas: Antonio daba a la heroica paciente la ayuda de su consejo; en cambio Elena en sus enfermedades corporales, el mérito de sus sufrimientos, haciéndose así ella misma misionera de deseo y de amor. En aquella situación tuvo el consuelo y la guía de san Antonio, el cual estuvo en Padua en los años 1227, 1229, 1230 y 1231 y en Arcella murió el 13 de junio de 1231. Poco después de la muerte del santo, la enfermedad quitó a Elena la palabra y la vista y le impidió recibir cualquier alimento, de modo que vivió los últimos tres meses sin alimento ni bebida. Conservó empero la conciencia. Podía por lo tanto seguir las lecturas de la Sagrada Escritura y de las vidas de los santos y darse cuenta de las solemnidades de la liturgia. De esta manera la meditación de las cosas oídas, especialmente de la Pasión de Cristo, se transformaba en visión que la abadesa le ordenaba hacer conocer de alguna manera a las cohermanas.

Durante seis años la vida de la clarisa fue una experiencia luminosa y gozosa, a pesar de los rigores materiales, las privaciones y las durezas. Pero hacia los veinte años sobrevino el período de las tinieblas. Tinieblas aun en el sentido físico con malestares y enfermedades, pero sobre todo tinieblas del alma probada por la duda y la aridez espiritual. Era tentada a creer que todo era inútil, que la salvación eterna se le negaría para siempre. Pero aun en los momentos de mayor desorientación, Elena se aferró a las certezas, a la fe y a la obediencia. Con la tenacidad de una voluntad bien templada logró reconquistar la paz y la certeza de que la Providencia guiaba su destino hacia lo mejor. Murió en Padua el 4 de noviembre de 1242 a los 34 años de edad. Fue beatificada por Inocencio XII el 29 de octubre de 1695.

N.ETF: Debe notarse que en algunas biografías se indica que la santa vivió 24, no 34 años.