(Se repite cinco veces para formar un Rosario de cinco dieces.) Oración inicial: Abre, Señor, nuestros labios; alienta nuestros corazones y límpialos de vanos, impuros e impertinentes pensamientos; ilustra nuestro entendimiento, inflama nuestra voluntad, para que, con todo nuestro corazón, meditemos los pasos de tu Sagrada Pasión y muerte, con los acerbísimos dolores de tu Madre Santísima, y merezcamos ser oídos ante el acatamiento de tu Divina Majestad, que vives y reinas en todos los siglos. Amén. Primera decena Jesús mío, por aquel sudor copioso de sangre que sudaste en el huerto, ten misericordia de las almas del Purgatorio (o del alma de N.) Segunda decena Jesús mío, por la bofetada que recibió tu rostro venerable, ten misericordia de las almas del Purgatorio. Tercera decena Jesús mío, por los crueles azotes que sufriste, ten misericordia de las almas del Purgatorio. Cuarta decena Jesús mío, por la corona de agudas espinas que traspasaron tu santísima cabeza, ten misericordia de las almas del Purgatorio. Quinta decena Jesús mío, por los pasos que diste en la calle de la Amargura con la cruz a cuestas, ten misericordia de las almas del Purgatorio Sexta decena Jesús mío, por tu santísimo rostro lleno de sangre, que dejaste impreso en el velo de la Verónica, ten misericordia de las almas del Purgatorio. Sétima decena Jesús mío, por la vestidura sangrienta que con violencia te desnudaron los sayones, ten misericordia de las almas del Purgatorio. Octava decena Jesús mío, por tu santísimo cuerpo clavado en la cruz, ten misericordia de las almas del Purgatorio. Novena decena Jesús mío, por tus santísimos pies y manos clavados con duros clavos, ten misericordia de las almas del Purgatorio. Décima decena Jesús mío, por tu costado abierto al borde de una lanzada, de donde manó sangre y agua, ten misericordia de las almas del Purgatorio (o del alma de N.) En lugar del Padrenuestro se dirá la siguiente oración: Piadosísimo Jesús mío, mira con benignos ojos las almas de los fieles difuntos por las cuales has muerto y recibido tormento de cruz. Amén. Cortesía de: José Gálvez Krüger
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