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Santa Austreberta, abadesa

Santa Austreberta o Eustreberta fue hija de uno de los principales cortesanos del rey Dagoberto, el conde Palatino Badefrido y de Framechildis. Naci贸 cerca de Th茅rouanne, en Artois, y fue una ni帽a seria y piadosa, con la mente fija en iglesias y conventos. Un d铆a, mientras contemplaba su imagen reflejada en el agua, vio un velo sobre su cabeza; aquella extra帽a experiencia le produjo una impresi贸n permanente. Al cumplir los doce a帽os, su padre le anunci贸 que ya ten铆a proyectado su matrimonio y la idea result贸 tan desagradable para Austreberta, que huy贸 de la casa, acompa帽ada por su hermano menor. Se refugi贸 en un monasterio, donde el abad le dio asilo y le prometi贸 imponerle el velo. Sin embargo, al saber qui茅n era ella y pensando en lo preocupados que estar铆an sus padres por su ausencia, la persuadi贸 para que regresara con 茅l a su hogar. Luego explic贸 el asunto a sus padres, que terminaron por acceder a que la joven entrara al convento, despu茅s de vivir con ellos alg煤n tiempo. Aquel fue un per铆odo de prueba para Austreberta que se sent铆a atormentada por los escr煤pulos de no haber respondido al llamado de Dios. Tanto importun贸 a los suyos para que la dejasen partir, que por fin su padre la llev贸 al monasterio de Port (despu茅s Abbeville), en el Somme, donde tom贸 el h谩bito ella misma.

Muy pronto se gan贸 lodos los corazones con su piedad y humildad. Ella misma estaba feliz en aquella comunidad tan devota y observante. Se cuenta que un d铆a cuando Austreberta horneaba el pan para la casa, ocurri贸 un suceso extraordinario. En el horno caliente ya se hab铆an extinguido las llamas. Los panes estaban listos y s贸lo faltaba sacar las brasas. Austreberta meti贸 la escoba, que se incendi贸 de pronto y llen贸 el horno con fuego. Austreberta, temiendo que el pan se quemara, cerr贸 primero la puerta de la cocina y despu茅s, inclin谩ndose entre las llamas, que no le hicieron ning煤n da帽o, limpi贸 el interior del horno con sus manos y sac贸 el pan. A la asombrada muchacha que hab铆a presenciado la escena le encarg贸 que no dijera nada a nadie y despu茅s sigui贸 con su tarea tranquilamente, sin ninguna quemadura en sus carnes ni en sus ropas. S贸lo a su confesor revel贸 Austreberta lo sucedido y, aunque 茅ste qued贸 lleno de admiraci贸n, le advirti贸: 芦Hija, no vuelvas a ser tan temeraria, no sea que la pr贸xima vez tientes a Satan谩s y recibas alg煤n da帽o禄.

En aquel tiempo viv铆a un hombre piadoso llamado Amalberto que hab铆a fundado en Pavilly el monasterio en el que profes贸 su hija Aurea. Por consejo de san Filiberto, Amalberto nombr贸 superiora de su convento a Austreberta, quien ya desde hac铆a tiempo era abadesa de Port. La santa se resisti贸 a separarse de sus amadas hijas para ir a enfrentarse con muchas dificultades en otro monasterio, pero ante la insistencia de san Filiberto acab贸 por aceptar. En su nueva casa encontr贸 una completa falta de disciplina y se impuso la tarea de urgir a sus monjas el estricto cumplimiento de las reglas; pero las religiosas no se conformaron con aquella severidad y acudieron a protestar ante Amalberto, y acusaron a la santa de varias ofensas graves. El fundador dio cr茅dito a las calumnias y despu茅s de injuriar a la superiora, lleg贸 al grado de amenazarla con su espada, pero Austreberta no se inmut贸 y ci帽茅ndose el velo alrededor del cuello, inclin贸 la cabeza esperando el golpe mortal. Su valor hizo que Amalberto recuperara la cordura y desde entonces la dej贸 que gobernara a sus monjas del modo que creyera conveniente.

La obra 芦Vida de S. Austreberta禄 editada por los bolandistas e incluida en Acta Sanctorum, febrero, vol. II, probablemente fue compilada poco despu茅s de su muerte, en los primeros a帽os del siglo ocho. Algunos detalles son m谩s claros en la biograf铆a de su madre santa Framechildis, publicada en Analecta Bollandiana, vol. XXXVIII, (1920), pp. 155-156, tomada de un manuscrito del Museo Brit谩nico. V茅ase tambi茅n DHG., vol. V, cc. 790-792.