SWDY,AYO

San Wilfrido de York, abad y obispo

San Wilfrido se distingui贸 entre los primeros personajes de la Iglesia en Inglaterra por su ardiente defensa de las costumbres y de la disciplina de la Iglesia de Roma y por sus estrechas relaciones con la Santa Sede. Naci贸 el a帽o 634 en Nortumbr铆a; se dice que su ciudad natal era Ripon, pero hasta ahora no est谩 probado. La madre de Wilfrido muri贸 pronto, y su madrastra le trataba con tal rudeza que el ni帽o parti贸 a los trece a帽os a la corte del rey Oswino de Nortumbr铆a. La reina Eanfleda le tom贸 cari帽o y le envi贸 a proseguir sus estudios en el monasterio de Lindisfarne. Al cabo de alg煤n tiempo, viendo Wilfrido que en el monasterio no podr铆a alcanzar la perfecci贸n que deseaba, pues las costumbres c茅lticas que ah铆 se observaban no le satisfac铆an, determin贸 hacer un viaje por Francia e Italia. En Canterbury se detuvo alg煤n tiempo para estudiar all铆 la disciplina romana bajo la direcci贸n de san Honorio, y aprendi贸 el salterio en la versi贸n romana, que hasta entonces no conoc铆a. El a帽o 654, san Benito Biscop, paisano de san Wilfrido, pas贸 por Kent rumbo a Roma, y san Wilfrido parti贸 con 茅l en ese primer viaje.

San Wilfrido pas贸 un a帽o en Lyon con el obispo de dicha ciudad, san Anemundo, el cual le tom贸 tanto cari帽o, que le ofreci贸 la mano de su sobrina y un porvenir muy brillante; pero el joven permaneci贸 inconmovible en su decisi贸n de consagrarse enteramente a Dios. En Roma se puso bajo la direcci贸n del archidi谩cono Bonifacio, hombre muy piadoso y sabio, que ejerc铆a el cargo de secretario del papa San Mart铆n y ten铆a positivo placer en instruir a su joven disc铆pulo. M谩s tarde, san Wilfrido volvi贸 a Lyon, donde pas贸 tres a帽os; all铆 recibi贸 la tonsura seg煤n la costumbre romana, lo cual era como un testimonio visible de su desacuerdo con los usos c茅lticos. San Anemundo ten铆a la intenci贸n de hacer de 茅l su sucesor en la sede de Lyon, pero fue asesinado repentinamente, y san Wilfrido s贸lo escap贸 con vida porque era extranjero. Inmediatamente volvi贸 a Inglaterra. El rey Alfredo de Deira hab铆a o铆do decir que Wilfrido conoc铆a perfectamente las costumbres romanas y le pidi贸 que instruyese en ellas a su pueblo. Dicho monarca hab铆a fundado poco antes un monasterio en Ripon, cuyos monjes, entre los que se contaba san Cutberto, hab铆an venido de Melrose. El rey les orden贸 que adoptasen las costumbres romanas, pero el abad Eatta, Cutberto y algunos m谩s, prefirieron retornar a Melrose. San Wilfrido fue nombrado entonces abad del monasterio, en el que introdujo la regla de San Benito. Poco despu茅s, recibi贸 la ordenaci贸n sacerdotal de manos de San Agilberto, quien era entonces obispo de los sajones occidentales.

San Wilfrido emple贸 toda su influencia para atraer al clero del norte de Inglaterra a las costumbres romanas. La principal dificultad era la fecha de la Pascua, que los celtas observaban err贸neamente. Por ejemplo, se cuenta que el rey Oswino y la reina Eanfleda, originarios ambos de Kent, sol铆an observar la Cuaresma y la Pascua en fechas diferentes en la misma corte. Para poner fin a ese estado de cosas, el a帽o 663 o 664, se reuni贸 un s铆nodo en el monasterio de San Gildas en Streaneshalch (hoy Whitby), al que asistieron los reyes Oswy y Alfrido. En aquel momento era obispo de Lindisfarne san Colmano, defensor de las costumbres celtas; el s铆nodo termin贸 con el triunfo de los partidarios de la disciplina romana, y san Colmano se retir贸 a lona. Tuda fue consagrado entonces obispo para suceder a Colmano; pero Tuda muri贸 poco despu茅s, y el rey Alfrido elev贸 a san Wilfrido a la sede episcopal. Nuestro santo, que equivocadamente consideraba como cism谩ticos a los obispos del norte que no hab铆an adoptado la disciplina romana, fue a Compi茅gne a recibir la consagraci贸n episcopal de manos de su antiguo amigo san Agilberto, quien hab铆a vuelto a su pa铆s natal. san Wilfrido, que ten铆a entonces unos treinta a帽os, permaneci贸 alg煤n tiempo en Francia y, por causas de un naufragio, se dilat贸 a煤n m谩s su retorno a Inglaterra. Entre tanto, el rey Oswy hab铆a enviado a san Chad, abad de Lastingham, a recibir la consagraci贸n episcopal de manos de Wino, obispo de los sajones occidentales, y le hab铆a nombrado obispo de York. A su vuelta a Inglaterra, San Wilfrido encontr贸 su sede ya ocupada y se retir贸 calladamente a un monasterio en Ripon. El rey Wulfhero sol铆a convocarle frecuentemente a Mercia para que confiriese la ordenaci贸n sacerdotal a los candidatos. En una ocasi贸n, el rey Egberto le invit贸 a Kent por la misma raz贸n; San Wilfrido volvi贸 de Kent con un monje llamado Eddio Stephanus, quien lleg贸 a ser su amigo 铆ntimo y su bi贸grafo.

El a帽o 669, san Teodoro, que acababa de ser elegido arzobispo de Canterbury, descubri贸 durante la visita de su arquidi贸cesis que la elecci贸n de san Chad hab铆a sido irregular y le destituy贸 de la sede de York; en su lugar nombr贸 a san Wilfrido. Con la ayuda de Eddio, quien hab铆a ocupado un cargo de importancia en Canterbury, san Wilfrido estableci贸 el canto romano en las iglesias del norte, restaur贸 la catedral de York y desempe帽贸 sus funciones episcopales en forma ejemplar. Hizo a pie la visita de su extensa di贸cesis y consigui贸 ganarse el cari帽o y el respeto de su pueblo, pero no el del pr铆ncipe Egfrido, sucesor de Oswy. El a帽o 659, Egfrido hab铆a contra铆do matrimonio con santa Etelreda, hija del rey Anna de Anglia del este. La reina se neg贸 a consumar el matrimonio durante diez a帽os; san Wilfrido, a quien apel贸 la reina cuando su marido quiso hacer valer sus derechos, apoy贸 su causa y la ayud贸 a abandonar el palacio y a ingresar en el monasterio de Coldingham. Ante esa actitud del santo, Egfrido se sinti贸 ofendido y dio rienda suelta a su resentimiento. Cuando corri贸 la noticia de que San Teodoro ten铆a el proyecto de dividir la extensa di贸cesis sufrag谩nea de Nortumbr铆a, el rey apoy贸 el proyecto; por otra parte, se dedic贸 a crear obst谩culos a San Wilfrido y pidi贸 que fuese depuesto. Seg煤n parece, Teodoro prest贸 o铆dos a las quejas de Egfrido, dividi贸 la di贸cesis de York y consagr贸 a tres obispos en la propia catedral de san Wilfrido. Este apel贸 al juicio de la Santa Sede el a帽o 677 o 678. Fue el primer caso de apelaci贸n de la Iglesia de Inglaterra a Roma. San Wilfrido emprendi贸 el viaje a la Ciudad Eterna; pero los vientos contrarios arrojaron la nave a la costa de Frieslandia, y el santo pas贸 all铆 el invierno y la primavera del a帽o siguiente, predicando y bautizando a los habitantes de la regi贸n. Tal fue el comienzo de la misi贸n que san Wilibrordo y otros ap贸stoles llevar铆an a feliz t茅rmino m谩s tarde.

Despu茅s de pasar alg煤n tiempo en Francia, san Wilfrido lleg贸 a Roma a fines del a帽o 679. El papa san Agat贸n estaba ya al corriente de los sucesos en Inglaterra, gracias a los informes de un monje a quien Teodoro hab铆a enviado a Roma con unas cartas. Para discutir el asunto, el papa reuni贸 un s铆nodo en Letr谩n. El s铆nodo dispuso que san Wilfrido deb铆a ser restituido a su di贸cesis y que a 茅l tocaba elegir a sus coadjutores o sufrag谩neos. En cuanto lleg贸 a Inglaterra, san Wilfrido, que hab铆a asistido en Roma al Concilio de Letr谩n que conden贸 la herej铆a monotelita, se present贸 ante el rey Egfrido y le dio a leer los documentos pontificios. El monarca grit贸 que san Wilfrido hab铆a obtenido esos decretos del Pont铆fice con soborno y mand贸 que le encarcelaran durante nueve meses. Cuando sali贸 de la prisi贸n, el santo se dirigi贸 a Sussex pasando por Wessex. Aunque a煤n hab铆a muchos paganos entre los sajones del sur, el rey Etelwaldo, que hab铆a sido bautizado recientemente en Mercia, le acogi贸 con los brazos abiertos. El santo convirti贸 con su predicaci贸n a la mayor铆a de los habitantes y evangeliz贸 tambi茅n la isla de Wight. En Sussex devolvi贸 la libertad a 250 esclavos. Cuando lleg贸 a Sussex, el hambre y la sequ铆a asolaban la regi贸n; pero el d铆a en que bautiz贸 a los primeros ne贸fitos cay贸 una lluvia muy abundante. San Wilfrido ense帽贸 tambi茅n al pueblo a pescar, lo cual result贸 muy ben茅fico, pues en la regi贸n s贸lo se conoc铆a la pesca de anguilas. Los acompa帽antes del obispo adaptaron las redes utilizadas para atrapar anguilas de manera que sirviesen para los peces y, en la primera salida pescaron trescientas piezas. San Wilfrido regal贸 cien peces a los pobres, dio otros cien a quienes le hab铆an prestado las redes y guard贸 los cien restantes para su comitiva. El rey le regal贸 entonces una parcela de tierra, donde el santo estableci贸 un monasterio, que se convirti贸 m谩s tarde en cabecera de una di贸cesis, que despu茅s se cambi贸 a Chichester.

San Wilfrido ten铆a su residencia en la pen铆nsula de Selsey. Durante los cinco a帽os siguientes, hasta la muerte del rey Egfrido, san Teodoro, que era ya muy anciano y estaba enfermo, le rog贸 frecuentemente que fuese a verle en casa del obispo de Londres, san Erconwaldo. Cuando por fin tuvo lugar la reuni贸n, san Teodoro confes贸 toda su vida a sus dos hermanos en el episcopado y dijo a san Wilfrido: 芦Lo que m谩s me duele es haber consentido en vuestra deposici贸n sin que vos me hubieseis dado causa alguna para ello. Confieso mi crimen a Dios y a san Pedro y los pongo por testigos de que har茅 cuanto est茅 en mi mano por reparar mi falta y reconciliaros con los reyes y se帽ores que son amigos m铆os. S茅 que no vivir茅 hasta el fin de este a帽o y, antes de morir, quiero dejaros establecido como sucesor m铆o en mi di贸cesis禄. San Wilfrido replic贸: 芦Que Dios y san Pedro perdonen todas nuestras disputas. En cuanto a m铆, os prometo que pedir茅 siempre por vos. Escribid a vuestros amigos que me restituyan a mi di贸cesis, seg煤n lo disponen los decretos de la Santa Sede. M谩s tarde, una asamblea estudiar谩 el asunto de vuestro sucesor禄. As铆 pues, san Teodoro escribi贸 a Alfrido, sucesor de Egfrido, a Etelredo, rey de Mercia, a santa Elfleda, quien hab铆a sucedido a santa Hilda en el gobierno de la abad铆a de Whitby y a algunos otros. Alfrido restituy贸 a san Wilfrido en su di贸cesis el a帽o 686 y le devolvi贸 el monasterio de Ripon.

La historia del desarrollo de los sucesos en el norte es muy oscura y complicada; el hecho es que, cinco a帽os despu茅s, surgieron ciertas dificultades entre Alfrido y san Wilfrido, y 茅ste fue nuevamente desterrado, el a帽o 691. Entonces se refugi贸 en los dominios de Etelredo de Mercia, quien le confi贸 la administraci贸n de la sede vacante de Lichfield, y el santo desempe帽贸 ese oficio durante cinco a帽os. El nuevo arzobispo de Canterbury, san Bertwaldo, a quien no simpatizaba san Wilfrido, convoc贸 el a帽o 703 un s铆nodo en el cual se decret贸, a instancias de Alfrido, que san Wilfrido renunciase a su di贸cesis y se retirase a la abad铆a de Ripon. San Wilfrido, en un discurso conmovedor, record贸 todo la que hab铆a hecho por la Iglesia en el norte y apel贸 nuevamente a la Santa Sede. El s铆nodo se disolvi贸, y el santo, que ten铆a ya setenta a帽os, emprendi贸 su tercer viaje a Roma. Tambi茅n sus enemigos enviaron representantes a la Ciudad Eterna, donde se examin贸 el asunto en varias sesiones consecutivas. Naturalmente, la comisi贸n encargada de estudiar el caso estaba influenciada por la decisi贸n anterior de san Agat贸n. Por otra parte, los enemigos de san Wilfrido admit铆an que su vida hab铆a sido siempre irreprochable y que es imposible deponer a un obispo contra el que no se puede probar ninguna acusaci贸n can贸nica. La comisi贸n resolvi贸 que, si era necesario dividir la sede de san Wilfrido, hab铆a sido injusto proceder a ello sin consultar al santo y sin reservarle una de las di贸cesis nuevas, y que s贸lo un s铆nodo provincial pod铆a haber decretado la divisi贸n de la di贸cesis. Adem谩s, como san Wilfrido era el mejor conocedor de los c谩nones de la Iglesia de Inglaterra, seg煤n lo hab铆a reconocido san Teodoro, consigui贸 meter en aprietos a muchos personajes de la corte. En efecto, es interesante observar que el santo jam谩s hab铆a exigido la jurisdicci贸n de un metropolitano sobre la sede de York, ya que el palio hab铆a sido concedido a san Paulino y no a 茅l. San Wilfrido encontr贸 en Roma la protecci贸n y la aprobaci贸n que merec铆a su heroica virtud. El papa Juan VI escribi贸 a los reyes de Mercia y Nortumbr铆a y encarg贸 al arzobispo Bertwaldo que convocase un s铆nodo para hacer justicia al santo; al mismo tiempo, amenaz贸 con emplazar a los enemigos de san Wilfrido, si no cumpl铆an sus 贸rdenes.

A pesar de todo, el rey Alfrido mantuvo su oposici贸n a san Wilfrido cuando 茅ste retorn贸 a Inglaterra, pero el monarca falleci贸 el a帽o 705 y, durante su 煤ltima enfermedad, se arrepinti贸 de todas las injusticias que hab铆a cometido contra 茅l, seg煤n testific贸 su hermana santa Elfleda. Habiendo reivindicado as铆 los c谩nones y la autoridad de la Santa Sede, san Wilfrido no tuvo dificultad en aceptar un compromiso; en efecto, cedi贸 la sede de York a san Juan de Beverley y se content贸 con la di贸cesis de Hexham, que administr贸 pr谩cticamente desde su monasterio de Ripon. Eddio escribe a prop贸sito de la toma de posesi贸n de san Wilfrido: 芦Ese d铆a se abrazaron y besaron todos los obispos, unos a otros, partieron el pan y comulgaron juntos. Una vez que dieron gracias a Dios por el feliz suceso, retornaron a sus respectivas di贸cesis llenos de la paz de Cristo禄. El a帽o 709, san Wilfrido visit贸 los monasterios de Mercia que 茅l mismo hab铆a fundado y falleci贸 en uno de ellos, el de Oundle, en Northamptonshire., despu茅s de haber repartido sus bienes entre sus monasterios, sus iglesias y sus antiguos compa帽eros de destierro. Su cuerpo fue sepultado en su iglesia de San Pedro de Ripon. T. Hodkin, en su 芦Historia de Inglaterra durante la conquista de los normandos禄, confiesa que 芦la vida de san Wilfrido, con su extra帽a sucesi贸n de triunfos y desventuras, es uno de los problemas m谩s complejos de la historia del primer per铆odo anglo-saj贸n禄. Pero el mismo autor a帽ade: 芦San Wilfrido pregunt贸 justamente una y otra vez: '驴De qu茅 cr铆menes me acus谩is?' Y, a lo que parece, sus enemigos no pod铆an acusarle de ninguno禄. Por otra parte, el historiador Hodgkin no vacila en describir al santo como 芦un valeroso anciano禄 y 芦el m谩s grande de los personajes eclesi谩sticos禄 de Nortumbr铆a. Aunque las tempestades se acumularon sobre san Wilfrido, nunca perdi贸 el 谩nimo ni insult贸 a sus perseguidores. Su amigo y bi贸grafo, Eddio, le describe como un hombre 芦cort茅s con todo el mundo, muy activo, caminante infatigable, siempre dispuesto a hacer el bien, sin desalentarse jam谩s禄. Su fiesta se celebra en la mayor铆a de las di贸cesis inglesas y la oraci贸n que le corresponde en el breviario est谩 tomada del antiguo oficio de la di贸cesis de York.

Adem谩s del detallado relato de Beda, los principales materiales son: una biograf铆a muy completa escrita por su compa帽ero y disc铆pulo, Eddio (traducida al ingl茅s por B. Colgrave en 1927), un poema un tanto ampuloso de Frithegod (c. 945) y algunos documentos posteriores, como la biograf铆a o las biograf铆as de Eadmer. Dichas fuentes se hallan reunidas en el primer volumen de la obra de Raine, Historians of the Church of York (Rolls Series). Ser铆a imposible discutir aqu铆 los m煤ltiples conflictos de la vida de san Wilfrido. Nuestro art铆culo est谩 basado sustancialmente en los relatos de Beda y de Eddio. Aunque hay razones para sospechar que Eddio suprimi贸 ciertos incidentes que pod铆an ensombrecer un tanto la figura de su biografiado, no existe ninguna prueba de que haya realmente falsificado la historia. V茅ase R. L. Pool, Studies in Chronology and History (1934), pp. 56-81; F. M. Stenton, Anglo-Saxon England (1943); W. Levison, England and the Continent in the Eighth Century (1946); E. S. Duckett, Anglo-Saxon Saints and Scholars (1947). Alistair Campbell edit贸 en 1950 el poema de Frithegod.