Felizmente poseemos una excelente biograf铆a de san Ubaldo Baldassini, obispo de Gubbio, escrita por Teobaldo, su sucesor en la sede. Ubaldo pertenec铆a a una noble familia de Gubbio. Qued贸 hu茅rfano a temprana edad; su t铆o, el obispo de la ciudad, se encarg贸 de educarle en la escuela de la catedral. Ubaldo recibi贸 la ordenaci贸n sacerdotal al terminar sus estudios. Aunque era muy joven, fue nombrado de谩n de la catedral para que llevase a cabo la reforma de los can贸nigos, cuya existencia disipada era el esc谩ndalo de la ciudad. La tarea no era f谩cil, pero Ubaldo logr贸 convencer a tres de los can贸nigos para que formasen una comunidad. Con el prop贸sito de familiarizarse con la vida en com煤n de los can贸nigos regulares, Ubaldo fue a pasar tres meses en la comunidad que Pedro de Honestis hab铆a fundado en el territorio de Ravena. A su regreso estableci贸 en Gubbio las mismas reglas y, al poco tiempo, las acept贸 todo el cap铆tulo. Algo m谩s tarde, un incendio consumi贸 la casa de los can贸nigos y Ubaldo aprovech贸 la ocasi贸n para trasladarse a Fonte Avellano y consultar a Pedro de R铆mini, pues ten铆a la intenci贸n de retirarse a la soledad. Pero el siervo de Dios le hizo ver que se trataba de una tentaci贸n muy peligrosa y le exhort贸 a volver a ocupar el puesto que Dios le hab铆a se帽alado para bien de los dem谩s. Ubaldo retorn贸, pues, a Gubbio y, bajo su direcci贸n, el cap铆tulo floreci贸 m谩s que nunca. En 1126, el santo fue elegido obispo de Perugia, pero se escondi贸 para que los delegados de la ciudad no le encontrasen; en seguida fue a Roma a rogar al papa Honorio III que le permitiese rehusar el cargo. El Papa accedi贸 a su petici贸n, pero dos a帽os despu茅s, qued贸 vacante la sede de Gubbio y el mismo Pont铆fice aconsej贸 al clero que eligiese a Ubaldo.
El santo practic贸 todas las virtudes dignas de un sucesor de los Ap贸stoles, pero se distingui贸 sobre todo por la mansedumbre y paciencia con que soportaba las injurias y afrentas, como si fuese insensible a ellas. En cierta ocasi贸n, los obreros que reparaban las murallas de la ciudad, penetraron en la vi帽a de san Ubaldo y da帽aron las plantas. Al ver esto, el santo les rog贸 que procediesen con mayor cuidado; pero el capataz, que probablemente no le reconoci贸, le propin贸 un empell贸n con el que le hizo caer en un charco de mortero. San Ubaldo se levant贸 cubierto de lodo y se retir贸 sin decir palabra; pero algunos testigos del incidente esparcieron la noticia y el pueblo pidi贸 que se castigase al capataz. La gran indignaci贸n popular estaba a punto de ejecutar un castigo brutal contra el capataz, cuando se present贸 san Ubaldo en la corte y manifest贸 que, como se trataba de una ofensa cometida contra un miembro del clero, el culpable deb铆a ser juzgado por el obispo. Despu茅s, se acerc贸 al acusado, le dio el beso de paz en se帽al de reconciliaci贸n, rog贸 a Dios que le perdonara 茅sa y todas las otras injurias que hubiese cometido en su vida y pidi贸 al juez que dejera en libertad al reo.
El santo defendi贸, repetidas veces, a su grey contra los peligros p煤blicos. El emperador Federico Barbarroja hab铆a saqueado Espoleto y amenazaba con caer sobre Gubbio. San Ubaldo sali贸 al encuentro del emperador y consigui贸 que desistiese de su prop贸sito. Durante los dos 煤ltimos a帽os de su vida, el santo obispo tuvo una serie de enfermedades que le hicieron sufrir mucho; pero todo lo soport贸 con heroica paciencia. El d铆a de Pascua de 1160, aunque estaba muy enfermo, se levant贸 a celebrar la misa, predic贸 y dio la bendici贸n al pueblo para que no quedase decepcionado. Al terminar estaba tan d茅bil, que debi贸 ser trasportado a su lecho, del que ya no se levant贸. El d铆a de Pentecost茅s, todo el pueblo de Gubbio desfil贸 por su habitaci贸n para despedirse del que cada uno consideraba como a un padre. San Ubaldo muri贸 el 16 de mayo de 1160. La multitud que acudi贸 a sus funerales, desde muy lejos, fue testigo de los numerosos milagros que Dios obr贸 en su tumba.
La biograf铆a escrita por el obispo Teobaldo se halla en Acta Sanctorum, mayo, vol. III; en el vol. VII hay una colecci贸n de milagros. En 1885 se public贸 otra biograf铆a, en Gianpaoli de Italia. Ha habido cierta confusi贸n, muy curiosa, entre san Ubaldo y el patrono de Thann de Alsacia, san Teobaldo; cf. sobre este punto H. Lempfrid en Mittheilwngen d. Gesellschaft f. Erhalt d. gesch. Denkmaler im. Elsass, vol. XXI (1903), pp. 1-128.
Cuadro: san Ubaldo libera a una obsesa, por Giovan Francesco Nagli detto Centino, 1650/60, Museo de la Ciudad de R铆mini.