SGEI,EYO

San Gregorio el Iluminador, eremita y obispo

Probablemente los primeros que predicaron la fe cristiana en Armenia, durante el segundo y el tercer siglo de nuestra era, fueron los misioneros llegados de Siria y de Persia, pero las creencias y tradiciones locales en relaci贸n con las primeras evangelizaciones, son distintas y contradictorias. Las fabulosas leyendas dicen que los primeros evangelizadores fueron los ap贸stoles san Bartolom茅 y san Judas Tadeo y, en relaci贸n con este 煤ltimo santo, le adjudicaron la historia del rey Abgar el Negro y su parecido con Nuestro Se帽or Jesucristo, asunto 茅ste que, en realidad pertenece a san Addai, que vivi贸 en Edessa. Sin embargo, los armenios veneran tambi茅n a san Gregorio de Ashtishat como al ap贸stol que llev贸 la luz del Evangelio a su pa铆s, por lo que le llaman el 芦Iluminado禄 o 芦Iluminador禄, y le tienen como al patrono principal. Gregorio vino al mundo en Armenia durante el siglo tercero, en la 茅poca en que el pa铆s hab铆a sido invadido por los persas. Sus or铆genes y hasta su nacionalidad son inciertos. De acuerdo con las tradiciones armenias, poco dignas de cr茅dito, era hijo de aquel famoso Anak, el parto que asesin贸 al rey Khosrov I de Armenia. Este monarca, antes de morir, pidi贸 a sus s煤bditos que le vengaran por medio del exterminio de la familia de Anak y s贸lo escap贸 de la matanza el reci茅n nacido Gregorio, al que secuestr贸 un mercader de Valarshapat y lo llev贸 a Ces谩rea, en la Capadocia. Se sabe con certeza que ah铆 fue bautizado y, a su debido tiempo, se cas贸 y tuvo dos hijos, Aristakes y Vardanes (santos, en las tradiciones armenias).

Tiridates, uno de los hijos del asesinado rey Khosrov, quien hab铆a vivido exilado en diversas partes del imperio romano, logr贸 reunir un ej茅rcito, al frente del cual regres贸 a Armenia y reconquist贸 el trono de su padre. A Gregorio se le dio un palacio para que viviese en la corte de Tiridates (algo muy singular por cierto, si es que Gregorio era el hijo del asesino del rey), pero no pas贸 mucho tiempo sin que cayese en desgracia a causa de sus actividades en favor de los cristianos y por el celo que pon铆a en la conversi贸n de almas. No tard贸 en estallar la persecuci贸n activa contra 茅stos y, en el curso de la misma, uno de los que m谩s sufri贸 fue Gregorio. Pero, a fin de cuentas, triunf贸 puesto que consigui贸 convertir y bautizar al propio Tiridates (tambi茅n al rey se le venera como a un santo) y, mientras los cristianos del imperio mor铆an por centenares durante la persecuci贸n de Diocleciano, en Armenia se proclamaba al cristianismo como la religi贸n oficial, y por eso se dice que el pa铆s fue (superficialmente) el primer estado cristiano en la historia del mundo.

Gregorio se traslad贸 a Ces谩rea donde fue consagrado obispo por el metropolitano Leoncio. Estableci贸 su sede en Ashtishat y, con la asistencia de los misioneros sirios y griegos, organiz贸 su Iglesia, instruy贸 a los nuevos convertidos y conquist贸 a otros muchos. Con el prop贸sito de contar con un mayor n煤mero de sacerdotes, reuni贸 a un grupo de j贸venes y, personalmente, los instruy贸 en las Sagradas Escrituras, en la moral cristiana y en las lenguas griega y siria. Pero el episcopado fue hereditario y, un siglo despu茅s, el obispo primado de Armenia era un descendiente directo de Gregorio. 芦Sin detenerse ni retroceder, nuestro 'Iluminador' llev贸 el nombre vivificador de Jes煤s de un extremo al otro de la tierra, en todas las estaciones y los climas, sin temor a las fatigas y siempre diligente en el cumplimiento de los deberes de un evangelizador, en lucha contra los adversarios, en ardientes pr茅dicas ante los caudillos y los nobles, para iluminar todas las almas que, tras su renacimiento en el bautismo, se convert铆an en hijas de Dios. Para que resplandeciera la gloria de Jesucristo, rescataba a los prisioneros y cautivos y tambi茅n a aquellos que viv铆an oprimidos por los tiranos, deshac铆a o enmendaba los contratos injustos, tan s贸lo con su palabra consolaba a muchos de los que sufr铆an o de los que viv铆an bajo el temor, al infundirles la esperanza en la gloria de Dios y plantarles en el alma la simiente de la gracia de Nuestro Se帽or Jesucristo, a fin de que llegasen a ser enteramente felices禄.

Gregorio envi贸 a su hijo, san Aristakes, como representante suyo en el primer Concilio ecum茅nico de Nicea y, se afirma que cuando el obispo ley贸 el acta de aquella asamblea, exclam贸: 芦En cuanto a nosotros, alabamos a Dios que fue antes de todos los tiempos y adoramos a la Sant铆sima Trinidad y al solo Dios Padre, Hijo y Esp铆ritu Santo, ahora y por todos los siglos禄. Esas son las palabras que, las haya dicho o no san Gregorio en aquellos momentos, repite el celebrante en la liturgia eucar铆stica armenia, cuando el di谩cono ha recitado el anatema conciliar, despu茅s del Credo. Al poco tiempo, Gregorio consagr贸 a Aristakes para que le sucediera en la sede episcopal y 茅l se retir贸 a una ermita del Monte Manyea, en la provincia de Taron. Ah铆 le encontr贸 muerto un pastor al a帽o siguiente. Sus restos fueron sepultados en Thortan.

Los datos que hemos dado son muy inciertos, pero si escasean las aut茅nticas informaciones, abundan en cambio las leyendas. Estas sirvieron de base para el relato que escribi贸 un tal Agat谩ngelo, quien asegura que fue el secretario del rey Tiridates. Esa obra no fue escrita antes de que hubiese transcurrido la mitad del siglo quinto. De acuerdo con ese escrito, Gregorio tuvo un primer conflicto con Tiridates, por haberse rehusado a colgar una guirnalda de flores al cuello de la imagen de la diosa Anahit en su templo de Ashtishat. El rey hizo cuanto estuvo de su parte para convencerlo a obedecer, pero al ver que las palabras eran in煤tiles, someti贸 a Gregorio a doce tormentos distintos, crueles algunos, ingenuos los otros, pero todos diferentes a los que practicaban los romanos para martirizar a los cristianos. Despu茅s, Gregorio fue arrojado a un foso nauseabundo, donde se le dej贸 olvidado durante quince a帽os entre cad谩veres putrefactos, basura y animales inmundos. Gracias a los buenos servicios de una viuda que a diario se acercaba al foso para dar de comer al desdichado, pudo mantenerse con vida. Tras el martirio de santa R铆psima, el rey Tiridates se transform贸 en un oso y vivi贸 en los bosques, con los de su especie. Pero la hermana del rey tuvo una visi贸n en la que le fue revelado que 煤nicamente las plegarias de san Gregorio podr铆an devolver al monarca su forma natural. Entonces fue una comitiva de cortesanos hasta el foso pestilente para sacar a Gregorio de entre las inmundicias; el santo se puso en oraci贸n y, en seguida, reapareci贸 el rey, en persona, lleno de contrici贸n y de gratitud, pidiendo el bautismo para 茅l y toda su familia. Gregorio pas贸 una temporada en la corte, tratado como el propio rey, y luego se retir贸 a las soledades de Valarshapat, en las estribaciones del Monte Ararat, donde se entreg贸 al ayuno y la oraci贸n. Al cabo de setenta d铆as, se le apareci贸 Nuestro Se帽or Jesucristo y le dijo que en aquel lugar deb铆a edificarse la gran iglesia catedral de Armenia. Gregorio se apresur贸 a cumplir con las 贸rdenes celestiales y en poco tiempo se construy贸 una gran iglesia que se llam贸 Etshmiadzin, que significa 芦el 脷nico Esperado descendi贸禄. Es muy posible que la historia de la aparici贸n haya sido inventada para reforzar la solicitud de que la Iglesia de Armenia fuese independiente de la Iglesia de Ces谩rea. Cada uno de estos maravillosos sucesos: los doce tormentos, los quince a帽os en el foso, la liberaci贸n del foso y la visi贸n, son conmemorados por los armenios con una fiesta particular, aparte de las otras festividades en honor de san Gregorio. En algunas partes, como en Grecia, se le venera, equivocadamente, como a un m谩rtir. Los emigrantes armenios introdujeron la devoci贸n a san Gregorio en el sur de Italia, y a煤n hay una iglesia en N谩poles que asegura poseer algunas reliquias del santo que, sin embargo, se conservan 铆ntegras en la catedral de Armenia. A san Gregorio se le menciona en el canon de la misa armenia.

En el caso de los santos armenios y georgianos, los que no conocemos las lenguas orientales, tenemos que contentarnos con fuentes de informaci贸n de segunda mano. Incluso los bolandistas, en el siglo dieciocho (Acta Sanctorum, sept. vol. VIII), tuvieron que arregl谩rselas con las versiones griegas o los res煤menes incluidos en el Metafrasto de las fabulosas narraciones armenias, atribuidas a Agat谩ngelo. Los originales armenios no existen ya, pero hay una versi贸n muy antigua en 谩rabe, que data del per铆odo inmediatamente posterior al pseudo Agat谩ngelo. Esta versi贸n se encuentra en una carta (c. 714) de Gorge, un obispo 谩rabe, dirigida al sacerdote Josu茅. V茅ase a von Ryssel, en Ein Brief Georgs an den Presb. Joshua (1883); A. von Gutschmid, en Kleine Schriften, vol. III (1892), pp. 339-420; a Gelzer, en el Berichte del Sachsischen Gesellschaft, 1895, pp. 109-174; a P. Peeters en la Analecta Bollandiana, vol. XXVI (1907), pp. 117-120 y vol. I (1932), pp. 3-58; a G. Garitte, en Documents pour l麓茅tude du livre d麓Agathange, en Studi e testi, No. CXXVII (1946), donde se incluye un texto in茅dito en griego sobre los escritos de Agat谩ngelo, del que se deriva el texto 谩rabe.