Santa Teodota, de la que el Martirologio Romano hace mención en este día, era una noble dama de Nicea. Según las «actas» de la santa, el prefecto Leucacio intentó casarse con ella, pero al rehusar Teodota, la denunció, lo mismo que a sus tres hijos, ante Nicecio, procónsul de Bitinia. La persecución de Diocleciano estaba entonces en todo su furor. Nicecio preguntó a Teodota si ella había enseñado a sus hijos la falsa religión que practicaban. Teodota replicó que no era una religión falsa ni nueva. Nicecio exclamó: «¿Acaso quieres decir que tus antepasados conocían ya tales doctrinas?» Evodio, el hijo mayor de Teodota, intervino entonces, diciendo: «Nuestros antepasados estaban equivocados, pero no porque Dios no hubiese revelado la Verdad, sino porque se cegaban voluntariamente y se precipitaban en el error. Pero nosotros estamos decididos a seguir a nuestra madre». Nicecio replicó: «Vuestra madre va a ofrecer sacrificios a los dioses, lo quiera o no». En seguida, dirigiéndose a Teodota, le echó en cara la valiente respuesta de su hijo y la exhortó a sacrificar a los dioses para salvar la vida de sus hijos. Como no lograse persuadirla, Nicecio condenó finalmente a los cuatro mártires a morir por el fuego.
Aunque los textos griego y latino de las pretendidas «actas» carecen de valor, existen razones para creer que el martirio de santa Teodota y sus hijos tuvo lugar realmente. El «breviarium» sirio, de principios del siglo V, menciona a «los hijos de Teodota» y sitúa su martirio el 2 de septiembre. Probablemente esa fecha es la verdadera, aunque el Hieronymianum afirma erróneamente que el martirio se llevó a cabo el 2 de agosto.
Véase Delehaye, CMH., pp. 412-414, y Analecta Bollandiana, vol. LV (1937), pp. 201 ss.