San Simeón, llamado «Bar Sabas», es decir «hijo del batanero», fue nombrado obispo de Seleucia-Ctesifonte, en Persia, inmediato a la destitución del obispo precedente en el 324. Pero enseguida fue relegado al rol de auxiliar, ya que faltó la confirmación de la sentencia de destitución, y no sabemos cuándo habrá llegado efectivamente a ejercer como obispo titular. Cuando en el 340 el rey persa Sápor II reemprendió la feroz persecución contra los cristianos, no dudó en duplicarles el pago de la tasa impositiva, y decretar el cierre de todos los lugares de culto. Constatando la pobreza de la mayor parte de la gente, Simeón se negó a recoger el dinero requerido, y fue arrestado.
Conducido frente al rey, no quiso postrarse ante él, ni adorar al dios Sol, y así fue encarcelado junto con otros cien. Simeón volvió a traer a la fe a Usthazade, eunuco de la sala real y educador del propio soberano, que padeció poco después el martirio. Simeón permaneció largo tiempo encarcelado, junto con los otros cien compañeros, obispos, presbíteros, y miembros de las diversas órdenes religiosas, y al fin fue decapitado en último lugar, después de haber visto degollar delante de sus ojos a todos sus compañeros de fe y de prisión, a quienes él había alentado con gran fuerza de ánimo. En la precedente edición del Martirologio Romano se citaban explícitamente los nombres de algunos de los compañeros de martirio de Simeón: los sacerdotes Abdhaykla y Hananya, y el oficial real Pusayk. Simeón aparece como cabeza de grupo en el Breviario Siríaco del 412, así como en el nuevo Martirologio Romano, que pone la celebración el 17 de abril. Este Bar Sabas es probablemente el mismo Barsabas (mártir bajo Sápor II) que se celebraba el 11 de diciembre y que ha sido quitado del calendario actual.
El calendario actual dedica en la misma fecha un elogio aparte a Usthazade, junto con numerosos cristianos de todas las regiones de Persia, que sufrieron el martirio bajo Sápor II. Tal suerte tocó al santo preceptor en la habitación de Artajerjes, hermano del rey, en la provincia de Abiadena, mientras arreciaba la persecución.
Basado en un artículo de Fabio Arduino, quien a su vez sigue estrechamente el Butler ed. 1999.