La vida terrena de los mártires de Pozzuoli, Próculo, Eutiques y Acuzio, debe ser colocada en el siglo IV, y está estrechamente relacionada con el martirio de otros más conocidos, el obispo san Jenaro junto con Sosso, Festo y Desiderio.
Debe indicarse ante todo que los nombres de los siete mártires, aparecen en más o menos antiguas 'Actas', 'Pasiones','Vidas', todos testimonios que hablan, ante todo, de san Jenaro y su famoso milagro de la licuefacción de la sangre, y en segundo lugar de los diferentes traslados de las reliquias de los mártires, con diferentes destinos y culto en varias localidades. De toda esa variedad de documentación existente, extraeremos de las llamadas «Actas Boloniesas», conservadas en un códice de 1180, en el monasterio de San Esteban de los padres Celestinos, que informa de la historia, ya conocida antes del siglo VII.
Cuando arreciaba la persecución del emperador Diocleciano (284-305) contra los cristianos, el obispo de Benevento, Jenaro, se encontraba en Pozzuoli disfrazado para evitar ser reconocidos por los paganos, que corrian en masa a consultar a la Sibila Cumana, que vivía en su cueva, cerca de la vecina Cumas. Sin embargo, la presencia del obispo era conocida por los cristianos en la zona, debido a que el diácono de Miseno, Sosso o Sossio, acompañado por el diácono Festo y el lector Desiderio, fueron a visitarlo varias veces con gran cautela y circunspección. Pero los paganos desenmascararon a Sosso como cristiano y lo denunciaron al juez Dragonzio; el diácono de Miseno fue capturado y encarcelado y luego condenado a ser devorado por los osos en el anfiteatro de Pozzuoli.
El obispo Jenaro, Festo, y Desiderio, al enterarse de su detención, a pesar de saber los riesgos que enfrentaban, querían visitar a Sosso, para llevarle consuelo; fueron también descubiertos, confesaron ser cristianos y entonces se vieron conducidos al tribunal de Dragonzio, quien -viendo su negativa a retractarse- los condenó a la misma pena que a Sosso. No se sabe bien por qué, pero la sentencia "ad bestias" fue conmutada para todos por el propio Dagonzio en decapitación.
En este punto entran en el relato los tres habitantes de Pozzuoli que celebramos hoy, diáconos y laicos cristianos Próculo, Acuzio y Eutiques, que protestaron enérgicamente contra la sentencia, cuando los mártires eran conducidos a la ejecución. Con la facilidad y el fanatismo de la época, fueron apresados también, y condenados a la misma pena de la decapitación, que tuvo lugar, según la tradición, el 19 de septiembre del 305, en el Foro Vulcano, cerca de la célebre Solfatara. En esa fecha se celebra en la Iglesia el martirio de San Jenaro y el grupo principal de estos siete (Sosso, Festo y Desiderio).
A partir de este núcleo de historia, los siete mártires se encuentran en diversos lugares de culto, a veces cada uno solo, a veces en grupos más pequeños, con sus reliquias que siguen diferentes trayectorias, y se encuentran enumeradas en relación a diversas catacumbas (de San Jenaro, de San Severo, de San Gaudioso). También sus inscripciones en el Martirologio se realiza en diversas fechas, según la más probable de muerte de cada uno.
Las reliquias de Eutiques y Acuzio, se mantuvieron en «Praetorium Falcidii», junto a la basílica paleocristiana de San Esteban, primera catedral de Pozzuoli, pero parece que en la segunda mitad del siglo VIII, fueron colocadas en la catedral de San Esteban en Nápoles. El santo diácono Próculo en cambio, patrono principal de la ciudad de Pozzuoli, habría encontrado un lugar permanente en el templo Calpurniano, transformado en el nueva catedral de la ciudad.
Traducido, resumido y adaptado en ETF de un escrito de Antonio Borrelli para Santi e Beati
Nota de ETF: en la hagiografía de San Jenaro del 19 de septiembre, basada en Butler, se indican versiones de por qué el cambio de bestias a decapitación.