El poeta Prudencio popularizó en uno de sus himnos, en el Peristephanon XIII, dedicado al martirio de san Cipriano, la historia de estos mártires, tal como había llegado a sus oídos. Según el poeta, prefirieron ser arrojados a la cal viva, que disolvió sus cuerpos, antes que sacrificar a los ídolos, y por ello
«Corpora candor habet, candor vehit ad superna mentes,
'candida massa' dehinc dici meruit per omne saeclum.»
es decir: la blancura [esto es: la cal] envuelve los cuerpos, la blancura [de la santidad] transporta las almas a lo alto, por eso 'massa candida' merecieron llamarse desde ese momento para siempre. Sin embargo san Agustín, en sus sermones sobre los mártires llamados «Massa Candida» adopta otra interpretación: «Si la causa es candida, también la Masa es candida. Se habla de Masa en atención a la grande muchedumbre; Cándida, en atención al resplandor de la causa.» (Sermón 306,2). La anterior redacción del Martirologio Romano, basada en el poema de Prudencio, decía: «En Cartago, la pasión de trescientos santos mártires en la época de Valeriano y Galieno. El gobernador, entre otros tormentos, mandó preparar un horno de cal viva. Después dijo a los mártires: `Escoged entre ofrecer incienso a Júpiter o ser arrojados a la cal.' Los mártires, armados con la fe y confesando que Cristo era el Hijo de Dios, se arrojaron espontáneamente a las llamas y entre los vapores de la cal quedaron reducidos a cenizas. En esa forma los blancos confesores de Cristo ganaron el título de Massa candida.»
Como puede verse, las versiones varían sobre aproximadamente un mismo tema: la "massa" sería la mezcla de la cantidad de mártires, 300 según Prudencio, 153, según san Agustín. No obstante, se trata de descripciones poéticas que no terminan de encajar los escasos datos que se poseen; como lo hace notar el P. Delehaye en su comentario al Hieronymianum, «Massa Candida» es en realidad el nombre del sitio en el que fueron sepultados los mártires. No existe ninguna prueba de que hayan muerto en la persecución de Valeriano. Probablemente fueron decapitados, ya que un sermón, que se atribuía antiguamente a san Agustín sin razón suficiente, habla de ríos de sangre y de la generosidad con que los mártires presentaron el cuello al verdugo. En cuanto al número, no existen pruebas de que hayan sido 300 ó 153, ya que san Agustín citó ese número simplemente para compararlo con el de los peces de la pesca milagrosa (Jn. 21,11). No la historicidad del número, que se ignora, pero sí la manera agustiniana de considerar este martirio, e incluso la localización en Utica, a 40 Km de Cartago, es la forma de ver el hecho que ha primado en el elogio del Martirologio actual.
Ver Prudencio, Peristephanon, XIII, 76-87; H. Delehaye, Comentario sobre el Martirologium Hieronymianum, pp. 449-450, y Origines du culte des martyrs (1933), pp. 384.385. San Agustín, Sermones, 306 y 306A; la relación entre la «Massa candida» y el obispo Cuadrato la trata san Agustín en el sermón 306C, dedicado a este santo. Este artículo se basa enteramente en el correspondiente dle Butler-Guinea, pero redactado de modo de dar cabida al elogio del Martirologio Romano actual, más dependiente de san Agustín que de Prudencio.