En los sinaxarios (santorales) griegos en los que este grupo de mártires aparece, se dice de ellos que son «de Oriente». En griego "oriente" se dice "anatolia", por lo que es difícil saber si fueron martirizados en lo que nosotros llamamos Anatolia, una parte de la actual Turquía, o a qué región se refieren. En todo caso los nombres son griegos y latinos, o sea que es poco probable que sean de un lugar más allá del Asia Menor.
En las noticias que se han conservado aparecen tres de ellos como principales, en este orden: Manuel o Emmanuel, Codrato o Quadrato y Teodosio, y luego un número variable, que en algunos santorales llega a ser de 40.
En uno de los sinaxarios se dice que, impulsados por el ejemplo y la valentía de los cristianos, a cuyo martirio habían tenido que asistir, se presentaron espontáneamente ante el gobernador de su provincia, declarándose cristianos. Fueron por ello detenidos y encarcelados, y puesto que la muerte era en aquellos días era un castigo demasiado leve, fueron primero torturados y finalmente decapitados.
En otro menologio (calendario mensual) se los conmemora por separado, y se dice que Codrato fue obispo de una sede y en un tiempo no especificados, que fue expulsado por los paganos y amenazado de muerte si continuaba su ministerio, el obispo nos les atendió y siguió como antes ejerciendo su apostolado, visitando y bautizando a los prisioneros. Cuando fue descubierto por los perseguidores, fue detenido, torturado y decapitado, Manuel y Teodosio no toleraron tal violencia, y aun sabiendo que iban al encuentro de una muerte segura, cerraron filas con su obispo y se presentaron al gobernador para defenderlo; profesándose cristianos, y tal como ya se dijo, sufrieron también ellos el martirio.
En otro menologio se agrega a estos nombres el de Sabino. No es nada extraño que la leyenda, perdida la historicidad de los hechos, haya bordado libremente, pero esa misma indeterminada leyenda ha conservado para nosotros los nombres y la convicción cierta del combate librado por estos campeones de la fe, aunque hayamos perdido, posiblemente para siempre, los detalles.
Basado en un artículo de Antonio Borrelli en Santi e Beati. Ver Acta Sanctorum, marzo, III, pág. 618-619