Cuando en 1838 y tras un viaje a la corte del emperador Mmh-Manh, el gobernador del Tonkín occidental regresó dispuesto a acabar con el cristianismo en su zona, decidió empezar por la depuración del ejército. Llamó a todos los cristianos enrolados en las filas y les exigió la apostasía. Apostataron todos menos tres: Agustín, Nicolás, y su compañero santo Domingo Dat. Fueron los tres cruelmente torturados, sin que apostatasen, y como esto no se lograba se recurrió al truco de drogarlos. Drogados, en efecto, pisotearon la cruz. Fueron entonces dejados libres, licenciados y se les dio dinero para volver a sus casas.
Pero, pasada la droga, los jóvenes se negaron a ser tenidos por apóstatas y así se lo hicieron saber al gobernador, el cual volvió a torturarlos y, no logrando nada de ellos, mandó que fueran remitidos cada uno a su respectivo pueblo, tenidos por apóstatas e impedidos de volver con la alegación de que su apostasía no era válida. Entonces los jóvenes decidieron ir en persona a la capital, Hué, y entregar su profesión de fe al propio emperador. La familia de Domingo -que por este motivo será martirizado más tarde- no lo dejó ir, y partieron Agustín y Nicolás. Entregada su profesión de fe al Emperador, éste les puso en el dilema de la apostasía o la muerte. Los dos jóvenes eligieron la muerte. Llevados a un barco en alta mar, fueron cortados por medio y sus cuerpos arrojados al mar, a fin de impedir que los cristianos los tomaran y veneraran como cuerpos de mártires. Fueron canonizados el 19 de junio de 1988.