No obstante que estas doncellas, consideradas como las protomártires de la Iglesia de Armenia, se mencionan en el Martirologio Romano en la fecha de hoy, cuando sufrieron el martirio bajo el reinado de Tiridates, absolutamente nada se sabe de su historia o de las circunstancias en que murieron. Se hace referencia a ellas en la leyenda de san Gregorio el Iluminado, y es posible que hayan sido martirizadas en la persecución que se desató antes de que el rey Tiridates y su familia recibiesen el bautismo de manos del mismo Gregorio, aunque también pudo haber sido después. Las «actas» de estas vírgenes, son una completa fábula. Para poder entender la iconografía y las tradiciones sobre estas santas, conviene contar su leyenda:
Rípsima (Hrip´sime) era una noble doncella que había ingresado a una comunidad de vírgenes consagradas que se había establecido en la ciudad de Roma y que presidía la doncella Gaiana. Cuando el emperador Diocleciano decidió tomar esposa, contrató a un pintor para que recorriese Roma y le pintara el retrato de todas las doncellas más hermosas para elegir entre ellas a la que habría de ser su mujer. El artista se esmeró tanto en cumplir con la misión que le había sido encomendada, que se las arregló para entrar subrepticiamente a la inviolable casa de las vírgenes de Gaiana y, a escondidas, hizo el retrato de varias doncellas cristianas. En cuanto Diocleciano examinó las pinturas eligió, sin titubeos, a Rípsima. Inmediatamente se comunicó a la doncella el honor de que había sido objeto, pero ella no lo consideró así y rehusó enérgicamente contraer nupcias con Diocleciano. Entonces Gaiana, inquieta y acongojada por las represalias que pudiera tomar el desdeñado emperador, convocó a todas sus pupilas, las sacó de la casa, las condujo fuera de Roma y las hizo abordar una nave que iba a partir con destino a Alejandría. Desde aquel puerto, la comitiva de vírgenes atravesó la Tierra Santa hasta llegar a Armenia.
Se establecieron en la ciudad de Varlarshapat, donde residía la familia real, y se ganaron la vida tejiendo en los telares. No pasó mucho tiempo sin que la extraordinaria belleza de Rípsima llamase la atención, y tanto fue así que los rumores llegaron a Roma, aun ante que a los oídos del rey Tiridates de Armenia, puesto que Diocleciano envió un mensaje al monarca para pedirle que hiciese morir a la virgen Gaiana y rescatase a Rípsima para mandarla de regreso a Roma, a menos que desease conservarla para su propio placer. En seguida ordenó Tiridates que Rípsima fuese llevada a su presencia y, con gran magnificencia, dispuso un banquete en palacio para recibirla. Pero cuando los miembros de la delegación enviada por el rey llegaron al convento, Rípsima se puso en oración para que la librase Dios de aquel peligro y, al instante, se desató una tempestad de tal violencia, que los caballos de los cortesanos y sus jinetes huyeron a la carrera en completa confusión. Al enterarse Tiridates del suceso y de que la doncella se negaba a acudir, ordenó que fuese llevada por la fuerza y, cuando por fin estuvo en su presencia, se sintió como hechizado por su belleza y, al momento, avanzó hacia ella con intenciones de abrazarla y besarla. Rípsima resistió con tanta energía los asaltos del monarca, que acabó por derribarlo al suelo. Al verse en posición tan ignominiosa, Tiridates montó en cólera y mandó que la doncella fuese encarcelada. Sin embargo, durante la noche, consiguió escapar y regresó al convento.
Al día siguiente, al descubrirse que había huido, el propio rey llamó a sus soldados para que salieran a perseguirla y les ordenó que, donde quiera que la encontrasen, le dieran muerte, lo mismo que a las otras doncellas que la acompañaban. En el mismo convento se procedió a torturar a Rípsima a la que se asó en vida a fuego lento y, sobre la parrilla, se le cortaron uno a uno, todos sus miembros. Santa Gaina y las otras treinta y cinco doncellas sufrieron una muerte igualmente cruel. Santa Mariamne fue sacada a rastras de su lecho de enferma y desmembrada. Sólo una de las vírgenes, santa Nino, escapó de morir y, con el tiempo, se convirtió en la misionera que evangelizó a los habitantes de Georgia, en el Cáucaso. La matanza tuvo lugar el 5 de octubre, fecha ésta en que se menciona a las mártires en la menología armenia. Una semana, después, el rey Tiridates recibió su merecido, porque se hallaba de cacería, cuando quedó transformado en un oso. San Gregorio el Iluminado que había estado encadenado durante quince años en un foso, rompió el encantamiento y devolvió su naturaleza al rey. Las vírgenes martirizadas se aparecieron a san Gregorio durante la fabulosa visión que tuvo en Etshmiadzin y, en torno a la gran iglesia de esa ciudad, hay muchas otras más pequeñas, supuestamente colocadas en los sitios donde fueron martirizadas santa Rípsima, santa Gaiana y las otras doncellas.
Por extravagante que sea la leyenda, no hay duda de que el culto a estas vírgenes y mártires existe desde la antigüedad en Armenia. A Rípsima se la veneró en Egipto con el nombre copio de "Arepsima", Lo mismo que en los textos árabes y en el martirologio sirio de Rabban Silba. Por el testimonio de los historiadores armenios Fausto y Lázaro, se puede afirmar que las mártires comenzaron a venerarse desde antes de la mitad del siglo quinto.
Ver Analecta Bollandiana, vol. XIV (1927), pp. 157 y 395. También Tournebize, Histoire politique et rcligieuse d´Armenie, pp. 452 y ss. La versión griega de sus actas, atribuida a Agatángelo fue impresa en el Acta Sanctorum sept. vol. VIII, junto con las de san Gregorio, el 30 de septiembre. Todos los investigadores de estas leyendas están de acuerdo en afirmar que la parte asignada a Rípsima es fábula pura. Cf. también a S. Weber, en Die katholiche Kirche in Armenien (1903), p. 117 y la Analecta Bollandiana, vol. LX (1942), pp. 102-114. En opinión de Fr. Paul Peeters, «sería un atrevimiento negar la existencia de estas mártires....»