Estas cuatro jóvenes chinas habían sido criadas en el orfanato católico de Wang-La-Kia y eran fervorosas cristianas. El 24 de junio de 1900 una banda de boxers asaltó el orfanato, destruyó la iglesia y mató a numerosas personas del establecimiento. Estas jovencitas huyeron, pero en su huida fueron a parar a manos de unos soldados que las llevaron a Yinn-Fachoang, donde quedaron bajo la custodia de un capitán que puso sus ojos en Lucía. Ésta tenía 18 años y el capitán quería que apostatara para poder hacerla su esposa. La familia que las hospedaba las presionó fuertemente para que las cuatro apostataran pero no lo lograron, pues sostenidas por Lucía, las otras, pese a tener 16, 15 y 11 años respectivamente, resistieron halagos y amenazas. Pero unos días más tarde, una banda rival de boxers asaltó el pueblo y se llevó a las jovencitas a las cercanías de Wang-La-Kia, donde primero las hirieron con lanzas y picas y luego las decapitaron. Las jóvenes, cuando vieron que iban a ser sacrificadas, se cogieron de las manos y se dedicaron a rezar, y así en oración recibieron la muerte. Fueron canonizadas por SS. Juan Pablo II el 1 de octubre de 2000.