Viridiana nació en Castelfiorentino, en Toscana, de una noble familia venida a menos. A la edad de doce años, un acaudalado pariente la llevó para que sirviera de compañía a su esposa, la que la nombró ama de llaves. Ya en este tiempo, gozaba de cierta fama de santidad, y cuando se le dio permiso para sumarse a una peregrinación que partía para Santiago de Compostela, se le hizo prometer primero que regresaría a Castelfiorentino. A su vuelta, los compañeros de viaje narraron tales cosas de su santidad, que la gente le rogó que se quedara permanentemente entre ellos. Ella accedió con la condición de que se le permitiera llevar una vida de reclusión y se le construyera una ermita. Esta fue erigida cerca del río Elsa, anexa a un pequeño oratorio. Parece que sólo tenía de superficie doce metros cuadrados y que su mobiliario no constaba más que de una pequeña piedra que le servía de asiento. En esta celda vivió durante 34 años. La sola comunicación que tuvo con el exterior se efectuaba por una pequeña ventana abierta en el oratorio de San Antonio. Su única comida al día consistía principalmente en pan y agua y, ocasionalmente, en verduras. Dormía sobre el desnudo suelo, menos en invierno, cuando utilizaba una estera. Tenía gran amor por los pobres, a quienes entregaba todo lo que la caridad de los visitantes le donaba. Su única preocupación era recibir a los pobres y a los afligidos.
Milagros maravillosos fueron atribuidos a santa Viridiana. Se cuenta que una vez entraron dos serpientes en su celda a través de la angosta ventana y permanecieron con ella durante años. La santa aceptaba su presencia como un sacrificio y permitía que comieran de su propio plato. Sin embargo, no reveló a nadie la presencia de estos animales, pues no deseaba que conocieran sus sufrimientos.
Se dice que san Francisco de Asís la visitó en 1221. Los dos santos conversaron de cosas celestiales y que él la admitió a su Tercera Orden. Advertida sobrenaturalmente de su próxima muerte, cerró su ventana y se la oyó recitar los salmos penitenciales. La tradición cuenta que su muerte fue anunciada de un modo milagroso mediante un súbito tañido de las campanas de Castelfiorentino. El arte florentino representa a la beata Viridiana con el hábito de una monja de Valleumbrosa y una cesta con dos serpientes en ella. Parece cierto que tuvo alguna relación con la orden de Valleumbrosa, no así con la Tercera Orden Franciscana. Su culto fue aprobado por Clemente VII en 1533.
O. Pogni, en Vita di S. Verdiana (1939), publicó un texto latino escrito poco después de su muerte. Un escrito posterior, traducido de una versión italiana, se encuentra en Acta Sanctorum, febrero I. El canónigo Pogni publicó también el relato de la santa y su iglesia y hospital en Castelfiorentino (1932-34) escrito por el canónigo M. Cioni. Véase también Connelli, Vita di S. Verdiana (1613). Hay una referencia en Léon Aureole Séraphique, vol. I.
Notas de ETF:
-Como ocurre con otros santos de la época (anteriores a la mayor sistematización que supuso el Martirologio Romano), es llamada "santa" o "beata" en distintas fuentes; el Martirologio actual la llama santa, pero de culto local, así que equivale a beata.
-En cuanto a su encuentro con san Francisco y su admisión en la Tercera Orden, es un dato aportado por la tradición oral, pero no hay pruebas de ello.
-El personaje de Viridiana (pero no la historia concreta de esta santa) es el punto de partida de una de las más emblemáticas películas de Luis Buñuel, llamada, precisamente, Viridiana (1961).