Otra vez un personaje del Nuevo Testamento prácticamente desconocido para nosotros; Juana aparece mencionada en Lucas 8,2-3 como una de las mujeres que «habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades», y seguían a Jesús, al igual que la más conocida María Magdalena (sólo impropiamente identificada con la pecadora del capítulo 7, aunque tal identificación tuvo tal éxito en la tradición popular, que ya casi no puede deshacerse). Puesto que Lucas (que menciona haber investigado diligentemente en las fuentes para componer sus obras, cfr. cap 1) tuvo que haber tenido alguna fuente propia que le transmitiera los hechos relacionados con el palacio de Herodes Antipas, se ha sugerido que podría ser precisamente esta Juana, esposa de Cusa. También es posible pensar que Cusa sea el funcionario real (Herodes era llamado popularmente "el Rey", aunque propiamente no lo era) mencionado en Juan 4, lo que explicaría que Juana hubiera estado autorizada por su marido a seguir a Jesús. Por supuesto, estas identificaciones no pasan de especulaciones plausibles que podemos hacer con los escasísimos datos que nos brindan los evangelios, y que posiblemente nunca puedan ser verificados.
La tradición misma ha hecho una identificación difícil de justificar, aunque creíble, entre esta Juana de Cusa y la Juana que menciona el mismo Lucas en el contexto de la resurrección, como una de las mujeres que, habiendo ido a la tumba de Jesús, se convierten en mensajeras de la primicia para los Apóstoles (Lc 24,1-10). Nunca sabremos si las dos Juanas, la del capítulo 8 y la del 24, son la misma, pero es muy posible que así sea, o al menos que Lucas lo haya creído así. En los otros evangelios no aparece, pero el Martirologio Romano ha recogido el guante de esta tradición y menciona la identidad en el elogio.
En algunos escritos, sobre todo orientales, se la llama «Juana la Mirófora», por haber llevado perfumes (en griego «mýron») a la tumba del Salvador.
Basado libremente en la breve nota de Fabio Arduino en Santi e Beati, con datos provenientes de «Comentario Bíblico San Jerónimo», Tomo III, «San Lucas», comentarios a los capítulos 8 y 24.