Nació en 1175 de padres pertenecientes a la noble familia de los condes de Vitalta, en el territorio de Piacenza. De muy joven entró en el monasterio benedictino de San Siro, uno de los más florecientes de la época, donde a los catorce años pronunció los votos solemnes. En 1198, a la muerte de la abadesa Bricia, fue elegida en su lugar; su decisión de introducir en el monasterio la vida regular le suscitó una fuerte oposición, ya sea de parte de algunas nobles familias piacentinas, que con gusto apoyaban a otra como jefa de las religiosas, como de parte de un grupo de monjas, capitaneadas por la hermana del obispo Grimerio (1199-1210), el cual, sin embargo, iluminado por san Folco Scotti, en ese momento preboste de Santa Eufemia, hizo cesar toda oposición.
Por deseo de una mayor perfección, en 1214 aceptó la invitación y el ejemplo de Carencia Visconti, que había fundado en Montelana un monasterio femenino cisterciense, aunque igual conservó por un tiempo del cargo de abadesa la administración de San Siro. La comunidad se trasladó enseguida, por razones de seguridad y comodidad, a Pittolo, haciendo surgir un monasterio que Franca mantuvo hasta su muerte, el 25 de abril del 1218. Allí fue sepultado su cuerpo, objeto de veneración y medio por el cual Dios obró muchos prodigios. Después de varios traslados, se encuentra ahora en la iglesia de los benedictinos de San Raimundo, en Piacenza.
Su culto, aprobado -aunque oralmente- por el beato Gregorio X, se difundió no sólo en la diócesis de Piacenza, sino también en las limítrofes de Pavia y Bobbio. La santa es particularmente invocada para los males de los ojos. Se la suele representar o con el hábito cisterciense o con el benedictino. Una fiesta solemne se realiza en su homenaje el último domingo de agosto sobre el monte Santa Franca (es decir, Montelana), donde hay, en su honor, un oratorio; es un acontecimeinto interprovincial con gran afluencia de peregrinos.
Traducido de un artículo de Guido Tammi en Enciclopedia dei santi.