Cuando esta doncella compareció ante los procuradores Daciano y Ageno por ser cristiana, hizo primero la señal de la cruz y pidió la ayuda celestial, después se volvió hacia Daciano, quien le preguntó: «¿Cómo te llamas?» Ella respondió: «Me llamo Fe y espero estar a la altura de mi nombre». Daciano le preguntó: «¿Cuál es tu religión?» Fe replicó: «Desde niña he servido a Cristo y a Él me he consagrado». Daciano, que se sentía inclinado al perdón, le dijo: «Hija mía, piensa en tu juventud y tu belleza. Renuncia a tu religión y ofrece sacrificios a Diana. Es una diosa de tu sexo y te concederá toda clase de bienes». Pero la santa respondió: «Todos los dioses de los gentiles son malos. ¿Cómo, pues, me pides que les ofrezca sacrificios?» Daciano exclamó: «Si no ofreces sacrificios, morirás en el tormento». La joven replicó: «Estoy pronta a sufrir todos los tormentos por Cristo. Ardo en deseos de morir por Él». Daciano ordenó a los verdugos que trajesen una parrilla y tendiesen a Fe sobre ella. Los verdugos vertieron aceite en el fuego para avivar las llamas y hacer más violenta la tortura. Algunos espectadores, horrorizados gritaron: «¿Cómo te atreves a atormentar a una doncella cuyo único crimen es adorar a Dios?» Daciano mandó arrestar al punto a algunos de los que habían lanzado ese grito. Como éstos se negasen a ofrecer sacrificios, fueron decapitados junto con santa Fe.
La leyenda que acabamos de reproducir no es fidedigna, ya que se confunde en algunos puntos con la de san Caprasio. Pero el culto de santa Fe era muy popular en la Edad Media en Europa. La capilla del costado oriental de la cripta de la catedral de San Pablo, en Londres, lleva todavía el nombre de la santa. Antes del Gran Incendio de Londres (1666), existía en Faringdon Ward Within una parroquia consagrada a santa Fe, que fue derribada en 1240 para ensanchar el coro de la catedral.
La leyenda de la vida y milagros de Santa Fe era extraordinariamente popular en la Edad Media. En «Biblioteca Hagiográfica Latina» hay una lista de treinta y ocho diferentes textos latinos (nn. 2928-2965); de ellos se derivó una serie de obras en diversos idiomas, particularmente interesantes desde el punto de vista filológico. Véase, por ejemplo, Hoepfener y Alfaric, La chanson de Ste Foy (2 vols., 1926), y la reseña que hay sobre esa obra en Analecta Bollandiana, vol. XLV (1927), pp. 421-425. En Acta Sanctorum, oct., vol. III, hay un texto muy antiguo y relativamente sobrio del martirio de la santa, en el que no se menciona nominalmente a san Caprasio, Cf. Bouillet-Serviéres, Ste Foy (1900); y Duchesne, Fastes Episcopaux, vol. u, pp. 144-146. El hecho de que el Hieronymianum mencione a Santa Fe permite suponer que la santa fue realmente martirizada en Agen, pero es imposible precisar cuándo.