Nació en el pueblo de Pipimisicum (hoy Poincy, en Meaux) del conde Cagnerico y Leodegonda, y tuvo dos hermanos santos: Cagnoaldo, Monje en Luxeuil y Farone, obispo de Meaux. De niña fue bendecida y dedicada a Dios por San Columbano, quien, exiliado de Luxeuil, había recibido la hospitalidad de sus padres.
Sin embargo, llegada a la mayoría de edad, su padre, con independencia de la promesa hecha al santo, pensó en casarla. La joven cayó enferma y permaneció en ese estado hasta que Eustasio, sucesor de Columbano en la dirección del monasterio de Luxeuil, reveló a Cagnerico que, dejádola libre para dedicarse a Dios, sanaría. El padre lo prometió y la joven recuperó la salud. Lo prometió, pero no lo mantuvo, y Burgundofara, cuanddo comenzaron a hablar de nuevo de planes de boda, abandonó el hogar familiar y se refugió con una amiga fiel, en la iglesia de San Pedro. Descubierta, se le pidió que regresara a la familia, e incluso se la amenazó de muerte si se negaba, pero no abandonó su decisión. Eustasio, informado de lo que estaba ocurriendo, amonestó severamente a Cagnerico, e impuso el velo a la joven.
Burgundofara más tarde heredó de su padre un terreno entre dos ríos: allí fundó el monasterio de Evoriacum (Faremoutiers), del que fue abadesa durante cuarenta años. El monasterio, construido junto a la iglesia consagrada a la Virgen y a los santos Pedro y Pablo, pronto se convirtió en un centro de ferviente vida espiritual: se adoptó primero la regla de san Columbano, y luego la benedictina.
Entre los milagros que se le atribuyeron ya en vida estuvo el de devolver la vista a una de las hermanas de su comunidad, que es uno de los temas con el que se la representa en su iconografía. Burgundofara murió alrededor de 675 y su cuerpo fue enterrado cerca del altar, junto al de su hermano Farone. Unas décadas más tarde, Maiolo, abad del monasterio de la Santa Cruz de Meaux, expuso las reliquias a la veneración pública.
Extractado y traducido para ETF de un artículo de Pietro Burchi en Santi e Beati.