-Cuando se hizo el traslado de sus restos, por reformas en el templo en el que estaba enterrada, el 14 de abril de 1364, se encontró una placa de plomo con la fecha de su muerte y el elogio de su vida, que aunque se perdió luego, fue copiado, y decía: «Año MCCVIII de la Encarnación del Señor, en las IV Kalendas de junio [es decir: 29 de mayo], descansó Bona, venerable en obras y en nombre, devota de esta iglesia y ministra.»
-Además, un monje de nombre Pablo, muerto en 1230 (así que apenas habían pasado unos pocos años de la muerte de la santa) escribió una primera «Vita», muy confiable en su relato.
Bona nació en Pisa hacia el año 1156/7, hija única de Berta, originaria de Córcega, y Bernardo, marino. Cuando Bona tenía tres años el padre embarca y ya no vuelve, por lo que la subsistencia de la pequeña familia de madre e hija se complica. Un sacerdote agustino, el padre Juan, ayuda a Bona desde muy pequeña (desde los siete años, indica la Vita) a encaminarse hacia el Señor, y pronto Bona concibe el deseo de consagrarse.
Lo hará en la orden de las Canonesas Regulares de San Agustín en el mismo templo de San Martín en Pisa, aunque como los franciscanos adquirieron la iglesia en la que estaba enterrada, y construyeron una nueva tumba y altar para Bona (en la fecha antedicha del 1364), durante un tiempo se pensó que la santa había pertenecido a esta orden.
Su vida fue de penitencia y de continuo diálogo con el Señor. De las muchas visiones que tuvo recibió el impulso para llevar vida de peregrina: viajó a Tierra Santa, a Roma, y también siete veces a Santiago de Compostela. En estos peligrosos viajes no sólo iba como peregrina a título personal, sino también como ayuda, compañía y guía de los demás peregrinos, a quienes servía.
En sus idas y venidas llegó a ser hecha prisionera de los sarracenos, de quienes fue rescatada por mercaderes pisanos, que la devolvieron a su iglesia de Pisa en 1175.
Murió en 1207 (parece que el 1208 en el documento citado arriba es sólo un error de copista), y a la fama de santidad que tenía ya en vida, se suman los muchos milagros que se verifican en su tumba, y de los que los manuscritos conservados en la catedral de Pisa dan cuenta. Reposa en la actualidad en la misma iglesia de San Martín. El 2 de marzo de 1962 Juan XXIII la declaró oficialmente patrona de las azafatas de Italia, por lo que puede considerarse confirmado su culto en ese mismo acto.
Ver Acta Sanctorum, mayo VII, págs. 144ss. El decreto de nombramiento como patrona en AASS 54 (1962) pág 707.