Teodoro y Teófanes eran dos hermanos naturales de Kerak, en las playas del Mar Muerto, que antiguamente era la tierra de los moabitas, donde vivían sus padres antes de establecerse en Jerusalén. Desde muy jóvenes, los dos hermanos ingresaron al monasterio de San Sabas y, por los progresos que hicieron en la ciencia y la virtud, adquirieron una gran reputación. El patriarca de Jerusalén obligó a Teodoro a recibir las órdenes sacerdotales y, cuando León el Armenio declaró la guerra a las imágenes sagradas, el patriarca le envió ante el emperador con la misión de exhortarle para que no perturbase la paz de la Iglesia. La embajada resultó mal, puesto que el emperador León hizo azotar a Teodoro y lo mandó desterrar, junto con su hermano Teófanes, a una isla frente a las costas del Mar Negro, donde ambos sufrieron lo indecible por el hambre y por el frío.
Sin embargo, ya ninguno de los dos estaba en el destierro cuando murió el emperador, ya que, por entonces, se hallaban de regreso en su monasterio de Constantinopla. El emperador Teófilo, iconoclasta violento que ascendió al trono en 829, impuso el castigo de los azotes a los dos hermanos y los desterró de nuevo. Dos años más tarde, se les permitió regresar a Constantinopla, pero como insistieran en rehusar toda comunicación con los iconoclastas, Teófilo compuso un poema de doce versos y ordenó que se escribiera completo y con estilete sobre la frente de cada uno de los hermanos. El poema decía más o menos como sigue: «Estos hombres llegaron a Jerusalén, como naves cargadas de supersticiones y de iniquidades; por eso fueron expulsados. Al huir hacia Constantinopla, no se olvidaron de su impiedad. Por lo tanto, fueron de nuevo expulsados y marcados así en sus rostros». Ataron a los dos hermanos en bancas de madera y les grabaron con estilete en la piel, cada una de las letras del poema. El bárbaro tormento duró largo tiempo y tuvo que ser interrumpido por la llegada de la noche, de manera que la tortura continuó al día siguiente.
Tras el cruel castigo, los dos fueron exilados por tercera vez, en aquella ocasión a Apamea, en Bitinia, donde murió Teodoro a poco de llegar. Más o menos al mismo tiempo, el patriarca Teófilo murió también, San Metodio ocupó su puesto y restableció el culto a las imágenes sagradas en el año 842. Entonces, se rindieron toda suerte de honores a su hermano superviviente Teófanes como confesor de la fe y se le consagró obispo de Nicea, a fin de que, con mayor poder y eficacia, pudiese combatir la herejía de los iconoclastas, sobre la que ya había triunfado. Teófanes escribió numerosos himnos, entre los cuales figura uno en honor ae su hermano san Teodoro. Teófanes murió el 11 de octubre del 845. Los griegos le llaman «el poeta», pero a los dos hermanos se los conoce, por regla general, como a «Graftoi», es decir «sobre los que se escribió». El Martirologio Romano conmemora en la actualidad sólo al mártir, Teodoro, aunque menciona también a san teófanes, y puesto que no le asigna ninguna otra fecha, puede deducirse que se le sigue puede seguir conmemorando en la fecha de hoy, como ocurría en la edición antigua del Martirologio.
Contamos con una Vida de san Teodoro escrita en griego y que se atribuye a Metafrasto. Está impresa por Migne en PG., vol. CXVI, pp. 653-684. Historiadores de épocas posteriores como Cedreno y Zonaras, hablan de ellos en sus relatos sobre el emperador Teófilo. Debieron recibir culto, puesto que hay una nota sobre ellos en el Synaxario de Constantinopla, con la fecha del 11 de octubre. La imagen presentada corresponde en realidad a Teófanes, no a Teodoro; buscando en varios santorales griegos, sólo he hallado íconos del poeta, no del mártir, aunque en todos se menciona también al mártir.