San Sola era inglés. Pasó con san Bonifacio a Alemania, donde fue discípulo del santo y recibió la ordenación sacerdotal de sus manos. Al sentirse llamado por el Espíritu Santo a la vida solitaria, su maestro le aconsejó que se retirase a un sitio próximo a Fulda. Después, se trasladó a las riberas del Altmuhl, cerca de Eichstätt, donde vivió en una reducida celda, entregado a la penitencia y la oración. Después del martirio de san Bonifacio, los santos hermanos Wilibaldo, obispo, y Winebaldo, sacerdote, le exhortaron a convertir su celda en el centro religioso de la región. Para ello le regalaron unas tierras, en las que se erigió más tarde la abadía de Solnhofen, que dependía de la de Fulda. San Sola pasó al Señor el 3 de diciembre de 794, y se construyó una capilla en el sitio en que el santo había tenido su oratorio. El pueblecito de Solnhofen, al oeste de Eichstätt, perpetúa la memoria del nombre de san Sola.
Existe una biografía latina de san Sola, escrita en 835, cuarenta años después de su muerte. El autor es Ermanrico, monje de Ellwagen, quien recogió el testimonio de un criado del santo y de otros contemporáneos. Al año siguiente, un tal Maestro Rolando corrigió el latín de Ermanrico. El mejor texto es el de Monumenta Germaniae Historica, Scriptores, vol. XV, pte. I, pp. 151-163; pero puede verse también en Mabillon, vol. III, pte. 2, pp. 429-438. El curioso nombre de este santo ha dado origen a la opinión que le relaciona con ciertos dibujos e inscripciones pertenecientes a un antiguo culto del sol. Véase E. Jung German. Giitter (1922), pp. 218-231; y Kunstdenkmiiler d. Bez. Weissenburg (1932), pp. 426-437.