Silas y Silvano parecen ser dos formas del mismo nombre, y -llamado de uno u otro de estos modos- aparece varias veces mencionado en el Nuevo Testamento, en relación a san Pablo. En Hechos se lo llama Silas, y en las cartas de san Pablo se lo llama Silvano, pero hay acuerdo en considerar que se trata de la misma persona. La primera aparición es en Hechos 15,22: «entonces decidieron los apóstoles y presbíteros, de acuerdo con toda la Iglesia, elegir de entre ellos algunos hombres y enviarles a Antioquía con Pablo y Bernabé; y estos fueron Judas, llamado Barsabás, y Silas, que eran dirigentes entre los hermanos.» este Judas Barsabás es sólo mencionado en este capítulo de Hechos, y no volvemos a saber de él fuera de esta misión de acompañar a Pablo y Bernabé para aplicación del decreto que se votó en el llamado «Concilio de Jerusalén» en relación a la circuncisión y algunos puntos de la Ley, que de eso trata precisamente el capítulo 15 de Hechos.
En cambio Silas, aunque se nos dice que ya era dirigente en Jerusalén (v. 22), e incluso que era «profeta» (posiblemente era uno de los cargos comunitarios en la primitiva Iglesia) (v. 32), debe haber congeniado muy bien con el difícil san Pablo, porque no se limita a cumplir el encargo de llevar el «decreto del Concilio» en nombre de las autoridades de Jerusalén (que en definitiva para eso lo habían elegido, v. 27), sino que acompañará a Pablo y Bernabé en su periplo evangelizador, e incluso, cuando las relaciones entre Pablo y Bernabé se tensaron (Hechos 15,39), Silas acompañará a Pablo en su recorrido por Siria y Cilicia, ya sin Bernabé. Acompañó al Apóstol en su trayecto a Macedonia (Hechos 16), en el curso del cual pararon en Filipos unos días, y padecieron allí cárcel, de la que fueron milagrosamente liberados (16,23ss.).
Estuvieron también juntos en Tesalónica (Hechos 17), donde el alboroto con la predicación fue grande, y no pudieron irse sino luego de que un cristiano (Jasón) pagara una fianza. San Lucas, que no parece muy inclinado a que san Pablo «comparta cartel» con nadie, sin embargo en todos estos capítulos deja entender que la predicación de Silas no era menos enfervorizante que la de san Pablo. De Tesalónica marcharon a Berea, donde en todo el periplo por primera vez se separarán: san Pablo continuará viaje, pero Silas permanecerá en Berea con Timoteo. Sin embargo fue una separación momentánea, ya que desde Atenas Pablo envía urgentemente a llamar a Silas y a Timoteo (17,15), así que se volvieron a reunir en Macedonia (18). Hay allí una expresión interesante: «Cuando llegaron de Macedonia Silas y Timoteo, Pablo se dedicó enteramente a la Palabra, dando testimonio ante los judíos de que el Cristo era Jesús.» (18,5). No tenemos demasiados elementos para saber cómo estructuraba Pablo sus comunidades, y en concreto, cómo organizaba el proceso de la predicación. Por él mismo sabemos, por ejemplo, que no bautizaba (1Cor 1,17), por lo que podemos pensar que en tanto Pablo «se dedicó enteramente a la Palabra», Silas y Timoteo realizaran otras funciones, quizás bautizar, quizás organizar los ministerios en la comunidad que se creaba, profundizar en las aplicaciones concretas del «anuncio», etc. Lo cierto es que tras las muy pequeñas pinceladas que nos va dando Hechos, percibimos una muy compleja organización de esta Iglesia inicial, que se iba expandiendo, sí, por obra del Espíritu, pero que también ponía en acción todos sus humanos recursos.
Allí acaban las referencias que da Hechos de los Apóstoles. Por el propio Pablo nos lo encontramos mencionado (en la forma Silvano) en el encabezado de 1 y 2 Tesalonicenses y en 2Corintios 1,19, siempre en la terna «Silvano, Timoteo y Pablo», pero no tenemos otras ocasiones en que se lo nombre explícitamente. En 1 Pedro 5,12 aparece un tal Silvano como secretario de Pedro, pero no necesariamente es el mismo del que hablamos. No sabemos más nada de él. Una tradición posterior lo hace morir mártir en Macedonia, y según las «Acta sanctorum» sus reliquias fueron trasladadas en el 691 a Therouanne, en Francia, donde fue venerado hasta la destrucción de la catedral, en 1553. Aunque, naturalmente, para todo esto no hay un apoyo documental sólido como el que tenemos para sus viajes y predicación junto a san Pablo.
Cualquier introducción a la vida de san Pablo y al libro de los Hechos, menciona a sus colaboradores más destacados, como lo fue Silas; puede consultarse Comentario Bíblico San Jerónimo, volumen 3. La entrada correspondiente del Butler-Guinea organiza bien estos pocos datos que conocemos; también está bien planteado el artículo de Antonio Borrelli en Santi e beati. Acta Sanctorum, julio, tomo III aporta el dato de la traslación de las reliquias. Como se comprenderá, todo se reduce a organizar de un modo u otro los mismos, escasísimos, aportes documentales. Imagen: Pablo, Timoteo y Silas en un mosaico del siglo XII-XIII en la catedral de Monreal (Sicilia, Italia)