A Serapión lo prendieron en su casa, y después de maltratarlo con duros tormentos y de descoyuntarle todos sus miembros, lo arrojaron de cabeza desde el piso alto. Ni por caminos, ni por senderos, ni por calles podíamos transitar, ni de noche ni de día, sin que a todas horas y por todas partes chillaran todos que quien no cantase las palabras blasfemas debía inmediatamente ser arrastrado y abrasado. Este estado de cosas se mantuvo boyante por mucho tiempo, mas después que la revuelta se adueñó de los miserables y la guerra civil volvió contra ellos mismos la crueldad que antes emplearan con nosotros, pudimos al fin respirar un poco, aprovechando su falta de tiempo para irritarse con nosotros.
El párrafo pertenece a la misma carta a Fabio de Antioquía que envía Dionisio de Alejandría, para compartir con la Iglesia antioquena la narración de los sufrimientos y ayudarla a mantenerse en la auténtica fe. Esta carta, que Eusebio de Cesarea transcribe muy detalladamente en el libro VI de su Histroria Eclesiástica, es una fuente privilegiada y casi única de un testigo contemporáneo y calificado de los hechos -ya que el propio Dionisio, aunque no murió mártir, padeció en la persecución-, y nos ha permitido conocer la gesta martirial de muchos cristianos, como san Metras o santa Apolonia, a quienes hemos celebrado también en estos días. Con la alusión a la guerra civil se refiere seguramente a la disputa por el poder entre Decio y Felipe, zanjada en el año 249 a favor de Decio; por lo tanto los hechos que narra son anteriores a ese año, de allí la fecha aproximada del 248 que le asigna el Martirologio. La gran persecución de Decio, en cambio, fue dos años más tarde, en 250-251.
Hay en el Martirologio Romano otro san Serapión de Alejandría, mártir también, a quien recordamos el 13 de julio; algunos piensan que se trata de una simple duplicación del de hoy, sin embargo es citado por varios sinaxarios griegos para el 13 de julio y otras fechas (fue el Card. Baronio quien lo fijó en esa fecha en el primer Martirologio Romano), y relacionado con la breve pero intensas persecuciones del emperador Septimio Severo, posiblemente en el año 205. De momento el Martirologio actual conserva las dos inscripciones como referidas a personajes distintos. Hay también otros santos del mismo nombre, pero que sea por la procedencia, sea por la categoría, se diferencian con facilidad del de hoy.
Ver Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica, VI, BAC, trad. de Argimiro Velasco-Delgado, OP, 2008 (reimpr.); el párrafo citado está en 41,8-9.