Se ignora casi todo sobre este santo. Tan sólo se conserva su recuerdo en un muy antiguo breviario de Tarazona donde se recopilan distintas oraciones de San Prudencio, obispo que fue de esta sede, y en el que menciona a su maestro eremita. El problema de datar su vida es que también se ignora el tiempo en que vivió su discípulo Prudencio. Sin embargo, hay cierta coincidencia entre los estudiosos de ambos en que hablamos de finales del siglo V o ya entrado el siglo VI, de manera que el eremita sería godo.
Según la leyenda Saturio era un godo que provenía de una familia adinerada. A la muerte de sus padres dio todos sus bienes a los pobres y se retiró a estas cuevas para vivir santamente en oración permanente con Dios y el arcángel San Miguel. Los parecidos con la vida de San Francisco son bastante evidentes. Cuando llevaba treinta años así vio a un joven que pasaba el río y subía hasta aquellos riscos para pedir su bendición y solicitar vivir a su lado. Este joven se llamaba Prudencio. Tras siete años en convivencia mutua Saturio murió y Prudencio, después de enterrarle en la cueva volvió a su lugar, Tarazona, donde su fama le llevó hasta el obispado.
Leyenda carente por completo de verificabilidad histórica, pero es la que se repite a lo largo y ancho de internet; yo la tomé de una página sobre Soria, donde se la cuenta, al menos, con algún sentido crítico. El santo es muy venerado en la ciudad de Soria, y su ermita, una delicia del paisaje del Duero. En la misma página pueden verse imágenes de la famosa ermita.