Pompilio María Pirrotti nació en 1710, en el seno de una familia acomodada de Montecalvo, en Campania. Sus padres le dieron una buena educación. El joven, impresionado por la falta de escuelas, especialmente entre los pobres, decidió consagrar su vida a la enseñanza. Así pues, ingresó en la Congregación de los Escolapios (Clérigos Regulares de las Escuelas Pías), fundada con ese objeto por san José de Calasanz y, al hacer la profesión, en 1728, tomó el nombre de María de San Nicolás. Después de su ordenación sacerdotal, enseñó algunos años en Apulia hasta que fue nombrado misionero apostólico de Emilia y Venecia, por razón de su celo y santidad. Su entusiasmo le creó dificultades en Nápoles, donde algunas personas, temerosas de su influencia o envidiosas de su éxito, lanzaron contra él una campaña de calumnias y persecuciones. El santo fue expulsado de Nápoles; pero el pueblo se indignó tanto, que el rey hubo de revocar el decreto de destierro. San Pompilio continuó su obra con maravillosa paciencia, hasta que sus superiores le enviaron al convento de Campo, en las cercanías de Lecce. Ahí murió el santo a los cuarenta y seis años de edad. Fernando II, rey de las dos Sicilias, se interesó personalmente en su causa de beatificación, que tuvo lugar en 1890. Fue canonizado en 1934.
Véase Seeböck, Die Berrlichkeit der Katholischen Kirche in ihren Heiligen und Seligendes 19 Jahrhunderts (1900), p. 431; ver decreto de canonización, con una larga biografía en latín, Acta Apostolicae Sedis, vol. XXVII(1935), pp. 223-234.