San Maximiano fue el vigésimo octavo obispo de Ravena, así como el primer obispo de Occidente en llevar el título de «arzobispo», como titular de una diócesis metropolitana. Recibió la consagración episcopal de manos del papa Vigilio en el 546 y ocupó la sede por diez años. Gracias a su situación financiera sólida y disfrutando con su gran intuición de la eminente posición de vicario del Papa Vigilio y del emperador Justiniano, llegó a ser una de las figuras más importantes de Italia en el siglo VI. Se nos han transmitido sobre él noticias bastante exactas, gracias a la biografía escrita por el sacerdote Agnello, quien, a pesar de haber vivido dos siglos más tarde, fue un profundo conocedor de los escritos del santo.
Maximiano nació en el 498 en Pola, Istria, hoy en territorio croata, y llegó a ser diácono de la iglesia local. El afortunado hallazgo de un «tesoro» por él mismo o por su padre le permitió acercarse a la corte imperial de Constantinopla, donde podría ganarse el aprecio del santo emperador Justiniano (santo para la Iglesia ortodoxa). En el 545, después de la muerte del obispo de Ravena, los fieles de la ciudad pidieron al emperador adjudicar el palio a un candidato propuesto por ellos, pero éste, en cambio, aconsejó al Papa Vigilio asignar la sede vacante a Maximiano. Así que el nuevo obispo fue consagrado el 14 de octubre del 546, pero esto causará inevitablemente graves fricciones con la población de Ravena, que consideraron su nombramiento como una injerencia indebida en la vida de la ciudad. A Maximiano no le quedó más remedio que acampar fuera de los muros, como huésped del obispo arriano de los godos, pero con tacto y diplomacia consiguió ganarse gradualmente la simpatía de sus fieles hasta obtener el permiso de tomar posesión de su sede episcopal.
Su episcopado representó la edad de oro de la Iglesia de Ravena; de hecho, se completaron y consagraron las basílicas de San Miguel y de San Vital, muchas otras fueron embellecidas, y se deben enteramente a él San Juan, San Esteban y varias iglesias en su nativa Pola, decoradas con espléndidos mosaicos. Fue elevada la cantidad de libros de los que fue autor: crónicas, descripciones de Ravena, catálogos de los obispos de la ciudad y doce volúmenes de sus sermones. También preparó una cuidada edición de la Biblia acompañada de notas marginales y escribió un Sacramentario (misal) sobre el que supuestamente se basó al poco tiempo el Leonino. Su actividad se extendió por toda Italia, de la cual fue a todos los efectos el Primado durante la larga ausencia de Roma del papa Vigilio, y sus esfuerzos se centraron en particular en la restauración de la armonía y la unidad dentro de la Iglesia, dividida por el cisma de los «Tres Capítulos» (ver san Dacio). Su biógrafo Agnello lo describe como un pastor que «acogía a los extranjeros, reconvenía a los que caían en el error, daba a los pobres lo que necesitaban y consolaba a los sufrientes».
Maximiano murió en Ravena el 22 de febrero del 556, y sus restos fueron sepultados en la basílica de San Andrés, donde permanecieron hasta 1809, cuando fueron trasladados a la catedral, tras la secularización del templo por la administración napoleónica de la ciudad. En la basílica de San Vital, que se inauguró con gran pompa en presencia de los emperadores Justiniano y Teodora, Maximiano es retratado junto al emperador en el gran mosaico del lado norte del santuario, con una cruz salpicada de piedras preciosas.
Traducido de un artículo de Fabio Arduino.