Nació hacia la mitad del siglo IX de Ursino y María, en Melicuccà (Reggio Calabria), en la región llamada «de las salinas», célebre en la historia del monaquismo calabro-griego por la vida de san Elías Espeleota, del cual se conserva la cueva y la tumba. Cuando Lucas completó los estudios de los textos sagrados, abrazó la vida religiosa en el Instituto basiliano, y allí fue ordenado sacerdote. Por su doctrina y virtud, ya antes del 1092 fue elevado a la dignidad episcopal, y destinado a regir la diócesis de Insula, actualmente isla de Capo Rizzuto. Así surge de un diploma griego del 1105, en el cual figura la frase «Epíscopos ton Aisulon», que ha sido a veces mal interpretada, por ignorar que en el catálogo de diócesis de la época figuraba esta minúscula, sufragánea de la de Santa Severina, a poca distancia de Crotona. El citado diploma lo rememora también en Sicilia, donde había viajado a predicar y ordenar unos sacerdotes de rito griego.
Su presencia en Calabria está señalada en diversos lugares: en Medino en la Sibaritide, donde intercedió por una pesca milagrosa; en Mesa, en Escila, donde puso fin a la sequía; en Bovalino, donde curó a un enfermo y libró a una casa de los demonios; en Squillace, donde puso en fuga a un lobo feroz. Extendió su predicación, siempre acompañada de milagros, también en buena parte de la Calabria meridional; quizó viajar también hasta Constantinopla, pero llegado a Taranto fue obligado a volver, por motivos que el biógrafo no menciona.
Gobernó su inglesia con espíritu de abnegación y celo, cuidando el bien de la almas y mostrándose particularmente sensible a las necesidades de los pobres y de los peregrinos. Fue asiduo al ministerio de la palabra y se dice que su hablar era dulce, prersuasivo, y conmovía a su auditorio hasta las lágrimas. No olvidó su profesión monástica, y fundó el monasterio de San Nicolás de Viotorito, al cual -al igual que a la iglesia de Insula- el duque Ruggiero concedió privilegios e hizo donaciones. Lucas dictó sabias prescripciones a los monjes para alcanzar la perfección, según la Regla de san Basilio. Tuvo especial devoción por san Elías Espeleota, recomendando a sus monjes la celebración anual del santo.
Sintiéndose próximo a su fin, se retiró a su monasterio de Viotorito, para prepararse mejor al gran paso: reunió a los obispos de las diócesis vecinas, a los abades, monjes y sacerdotes, para impartirles sus sabios consejos. Murió el 10 de diciembre de 1114. Al igual que durante su vida, también después de muerto se registraron muchos milagros, por lo cual fue aclamado como santo, y tuvo culto público.
El códice Mess. Gr. 115, folio 33, reporta dos «cánones» (composiciones poéticas griegas) en honor de san Juan Bautista, copiados, o quizás compuestos, por san Lucas. Se puede deducir que, tal como muchísimos monjes ítalo-griegos, fue himnógrafo y amanuense. Tenemos una cierta confirmación de este último aspecto en el pergamino griego mencionado más arriba, del archivo de Palermo, que contiene el testamento de Gregorio, prior del monasterio de san Felipe de Domenna, escrito en 1105 «por Lucas, obispo de Aisilon».
Traducido para ETF, con escasos cambios, de un artículo de Francesco Russo en Enciclopedia dei santi. En un sitio ortodoxo italiano e sposible leer una correcta traducción al italiano, anotada, de la «Vita» tradicional de San Lucas.